martes, 23 de septiembre de 2008

VICKY CRISTINA BARCELONA (2008) de Woody Allen


LABERINTO DE PASIONES MEDITERRÁNEAS

Julio C. Piñeiro


Sorprendente. Lo que de entrada podría parecer una comedieta refinada sobre amoríos turísticos, nos va revelando a medida que avanza su metraje una cercanía al melodrama sentimental, pasional, repleto de dilemas, conveniencias e inconveniencias, reflexiones y arrebatos de pasión, aunque sin abandonar una acertada acidez cómica.

De inicio, el señor Allen no se ha andado con rodeos con la elección del título: narra las vivencias de dos turistas americanas, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) que viajan a una ciudad, Barcelona, para pasar las vacaciones de verano.

Como cabría esperar, no tarda en hacerse esperar la irrupción del machote ibérico (Javier Bardem) un artista atormentado, que ejerce de primer catalizador en la aventura latina de las jóvenes estadounidenses, a través del que se comienza a traza las diferencias de carácter de sus dos protagonistas y la definición de sus conflictos internos.

Sin embargo, el auténtico catalizador mediterráneo del film reside en el personaje de Penélope Cruz, una mujer pasional e inestable, con carácter y desparpajo latino, que de inmediato nos remitirá a un universo almodovariano con resquicios de influencia felliniana.

Quizás el envoltorio latino-mediterráneo que el señor Allen aplica a su obra impida a primera vista distinguir su ‘marca de la casa’, pero bajo todas esas calles estrechas con paredes pintadas de blanco, barrios de prostitutas y cenas hasta altas horas de la madrugada, el neoyorquino compone un notable puzzle de pasiones, sentimientos y dilemas, parejas (o tríos) que se unen y separan… Una temática a menudo recurrente en gran parte de su filmografía, como Maridos y mujeres, Hannah y sus hermanas, Annie Hall o, la por muchos considerada su obra cumbre, Manhattan, donde, además, conceptualiza su ciudad natal como escenario de sus tormentos amorosos y artísticos.

El director no se empeña en hacer un retrato pormenorizado de la Ciudad Condal, de la que básicamente ofrece clichés turísticos de monumentos y lugares de ocio, del mismo modo que con Asturias en la escapada inicial. Su empeño reside realmente en establecer Barcelona como un lugar conceptual, clave en la vida de las dos protagonistas iniciales, que pese a volver, necesariamente, a sus respectivos ‘status quo’ con el final de las vacaciones estivales, residirá para siempre en su memoria como escenario de un período breve pero fundamental en sus vidas.

Notable alto en el trabajo de los actores, especialmente en el caso de Penélope Cruz, por la intensidad y energía de su personaje; Javier Bardem, recreando un artista con fantasmas internos bajo la fachada de mujeriego; y la nueva musa del director, Scarlett Johansson, en su ya tercer trabajo juntos, con un personaje muy diferente a los de la desasosegante Match Point o la desternillante Scoop. En esta ocasión, Johansson es una joven con ambiciones artísticas aún no satisfechas e incertidumbre en el amor. También acertada la hasta ahora más bien desconocida Rebecca Hall (primera mujer de Christian Bale en El truco final, donde la británica también “comparte” hombre con la neoyorkina), en su rol de mujer estabilizada y comprometida que de repente se cuestiona todo aquello en lo que había creído con total convicción.

Interesantes también algunos de los secundarios como el padre del personaje de Bardem (Josep Maria Domènech) o la siempre eficiente Patricia Clarkson, en un papel escrito a su medida, que toma una importancia inesperada hacia el ecuador del film. Si bien el narrador en off empleado puede resultar redundante y cansino, cumple su función de agilizar el desarrollo de la acción, que poco a poco va dando el paso a los elaborados diálogos e imágenes en su función narrativa.

Gran trabajo también el del director de fotografía, el prestigioso e internacional Javier Aguirresarobe, que se decanta por tonalidades cálidas y preciosistas, además de notables logros puntuales como el primerísimo plano en el primer encuentro sexual entre Bardem y Johansson o las escenas en el cuarto oscuro de revelado. Destacable asimismo la banda sonora, que incluye temas de clásicos españoles como Paco de Lucía o Isaac Albéniz y que, junto a diegéticas guitarras españolas, facilitan la inmersión en el ambiente mediterráneo. Por supuesto, sin olvidar el tema principal de la película, de los oriundos Giulia y los Tellarini, que nos habla, como no, de la mágica ciudad de la que recientemente Allen ha afirmado no descartar para un próximo rodaje.

En definitiva, el señor Allen ha pasado la prueba. Ha sabido cambiar el saxofón por la guitarra española, el té de las cinco por el aceite de oliva. Ha podido crear una historia en un ambiente cultural, el mediterráneo, muy diferente al neoyorquino o al londinense, sin perder un ápice de su concepción de la vida y las relaciones amorosas. Ha pasado la prueba, y con buena nota.


Julio C. Piñeiro Sabarís

Pontevedra (Galicia)

kgb_skorpio@hotmail.com

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