miércoles, 14 de noviembre de 2007

JUVENTUD SIN JUVENTUD [Youth withouth youth] de Francis Ford Coppola (2007) Estados Unidos


OBSESIONES DE JUVENTUD

Eloy Domínguez Serén


Decía Francis Ford Coppola en la Festa del Cinema de Roma que no tenía ni tiempo ni ganas de buscar financiación para sus películas, por lo que prefería costearlas él mismo a través de su productora American Zoetrope. Probablemente ha sido una sabia opción, ya que es muy probable que el veterano y brillante director habría tenido con este proyecto de “redescubrimiento como artista” tantos problemas para lograr el apoyo de una productora que le permitiese libertad creativa como los que ha tenido que salvar recientemente, a base de confianza y mucha, mucha lucha, el siempre controvertido Darren Aronofsky en su elaboradísima pero, tal vez, demasiado presuntuosa La fuente de la vida (The fountain, 2006). Youth withouth youth, primer film como director de Coppola desde “Legítima defensa” (The Rainmaker, 1997), es un considerable esfuerzo intimista en el que una potente y desgarrada historia de amor nos sumerge en una interesante reflexión acerca de, según las palabras del realizador, “el tiempo, la conciencia y la base fantástica de la realidad”.

Nos hallamos ante una película atractiva, original, cuyo reparto encabeza un serio Tim Roth acompañado de la bellísima Alexandra Maria Lara y el siempre eficiente Bruno Ganz. La obra, adaptada por el propio Coppola de la novela “Tiempo de un centenario” del rumano Mircea Eliade, se presenta como un invite a la meditación, pero también como un desafío a, primero descubrir, luego interpretar, las complejas piezas de este confuso mapa que trata de transportarnos a los cimientos de nuestra civilización, proponiendo la seductora tesis del nacimiento del lenguaje como el origen de nuestra consciencia. Sin embargo, a la dificultad que supone procesar toda la información que el director nos transmite a un ritmo, en ocasiones, frenético incluso para nuestra atenta mirada, se suma una narración en la que tenemos frecuentemente una sensación de ambigüedad, con algunas escenas que parecen atropellarse. De este modo, la trama deja una creciente huella de incertidumbre que, junto a una siempre inevitable sombra de inverosimilitud, puede llegar a provocar ansiedad en el espectador.

Dicha incertidumbre hace que la reflexión acerca de Youth withouth youth sea uno de esos platos que se deben de servir fríos. La información comienza a digerirse tras la proyección, cuando nos dirigimos a nuestras casas mirando al suelo y esforzándonos por exprimir nuestro cerebro en busca de despejar el dilema que la experiencia de esta visión nos ha dejado. Sólo a nosotros corresponde la decisión de aceptar, o no, el reto de Coppola. Mientras tanto, nos preguntamos si este gigante viscontiano ha dicho ya su última palabra o si, por el contrario, volverá algún día al firmamento cinematográfico, cual ave fénix, regalándonos una nueva obra maestra. Esperamos ansiosamente.




Eloy Domínguez Serén

Milán (Lombardía) – Italia

eloy_ds16@hotmail.com

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