EL EFECTO RASHOMON
Julio C. Piñeiro
Crítica I:
ADOLF, BAILARÉ SOBRE TU TUMBA
Eloy Domínguez Serén
Sólo un bastardo megalómano se atrevería a llegar tan lejos. Aleluya. El hombre del saco ha vuelto armado hasta los dientes y, si no quieres acabar en el fondo de su macuto, más te vale cerrar los ojos y contar ovejitas. Puedes correr despavorido y conservar la cordura o arrojarte en salto mortal a las profundidades de esta herejía delirante. Tú eliges. ¿Do you wanna play?
Érase una vez un spaghetti western en el que los rostros pálidos arrancaban la cabellera a sus enemigos bajo las órdenes de un indio apache. Érase una vez una sensual Heidi de Arco cinéfila sedienta de venganza. Érase una vez un refinado demonio nazi políglota más listo que el hambre. Érase todo ello una vez… en la Francia ocupada por los nazis.
El ‘Once Upon a Time in Nazi-Occupied France’ que da título al primero de los cinco capítulos en que se estructura Malditos Bastardos nos advierte de que seremos testigos de una fábula ucrónica, un ejercicio de revisionismo delirante, un siniestro cuento sin hadas, una deliciosa patraña camuflada de Historia. No tienes por qué creértelo, simplemente tienes que masticarlo, rumiarlo, degustarlo y digerirlo con deleite. Absténganse estómagos delicados.
Nos enfrentamos a un Tarantino descaradamente alborotador, insolente, blasfemo… Por eso lo amamos o lo odiamos más que nunca. El director de Pulp Fiction ha madurado como un temerario arquitecto de lo estrambótico, de lo excesivo, de lo grotesco. Tarantino monta, desmonta, saquea y profana a su gusto, porque él es Tarantino y nunca ha sido tan consciente y seguro de sí mismo.
Esta confianza mana de sus magníficos diálogos envenenados, infectados, hirientes, perversos, afilados. Quentin Tarantino crea monstruos tan repulsivamente fascinantes y magnéticos como él mismo. Seres como Hans Landa, encarnación de la cultura y el conocimiento a la disposición del mal.
El insólito Christoph Waltz devora la pantalla en la piel de un coronel nazi endiabladamente perspicaz, brillantemente sagaz y condenadamente locuaz. Para asombro y deleite de todos, Waltz eclipsa incluso a la mejor versión de Brad Pitt, soberbio dando vida al rudo pero carismático teniente Aldo Raine.
Como colofón, el cineasta de Tenesse sabe como nadie alimentar el culto en torno a su figura con escenas inolvidables, como esa claustrofóbica olla a presión que es la taberna La Louisiane o la orgiástica secuencia final en el cine Gamaar. Ante cintas como esta uno sólo puede sonreír perniciosamente y pensar… ¡qué cabrón!
Título: Malditos bastardos
Título original: Inglourious Basterds
Dirección: Quentin Tarantino
País: Estados Unidos, Alemania
Duración: 160 min.
Reparto: Brad Pitt, Diane Kruger, Cloris Leachman, Mike Myers, Samm Levine, Eli Roth, B.J. Novak, Til Schweiger, Julie Dreyfus
Web: www.inglouriousbasterds-movie.com
Distribuidora: Universal Pictures
Productora: Universal Pictures, A Band Apart, Lawrence Bender Productions, Weinstein Company, The, Neunte Babelsberg Film
Título: District 9Dirección: Neill BlomkampGuión: Neill Blomkamp, Terri TatchellPaís: Nueva ZelandaDuración: 112 min.Reparto: Sharlto Copley, Jason Cope, Nathalie Boltt, Sylvaine StrikeFotografía: Trent OpalochGuión: Neill Blomkamp, Terri TatchellMaquillaje: Antony McMullenMontaje: Julian ClarkeMúsica: Clinton Shorter
Mi amigo Juancho Meis es el compañero de juergas que toda persona querría tener. Sea cual sea el plan, Juancho será siempre el primero en “secundar la moción”. Sin condiciones. Creedeme, ese tío está dispuesto a todo. A todo… siempre y cuando ello no implique quebrantar la estricta orden de alejamiento que él mismo se autoimpuso respecto a las salas de cine. Lamentablemente, mi amigo Juancho aborrece el séptimo arte. Su alegato: “No me creo nada, tío”. Me trae sin cuidado si el prota la palma o no, se forra o no, pilla cacho o no”. Hace un gesto de negación con la cabeza y sentencia: “No empatizo, macho”. Yo no lo culpo. Cuando su idilio con el cine tocó su fin, Kevin Costner y Christopher Lambert eran dos actores de moda.
Sin embargo, este verano logré arrastrar a Juancho a ver Up. Yo pagué, naturalmente. ¿Y sabéis una cosa? No se lo contéis a nadie, pero aquella tarde Juancho gastó más de un ‘kleenex’. Al volver a casa quiso dejar claro que es un tío duro: “No lloraba desde que era crío, lo juro”, aseguró él. Tampoco lo culpo. Aquella tarde también yo volví a ser un niño.
Interior/noche. Sala de cine. 19.30 horas. Juancho y su Acompañante se acomodan en sus butacas. En pantalla vemos los créditos iniciales de Up. Corte a: 19. 45 horas. El Acompañante, hechizado, mira con estupefacción la pantalla y se frota los ojos. ¿Es real lo que está viendo? Corte a: 21.00 horas. Juancho y su Acompañante vuelven a tener ocho años. Su mirada continúa clavada en la pantalla. Ambos disfrutan del espectáculo como los niños que ahora son, boquiabiertos.
Paradoja o no, un ancianito digital ha logrado conmoverme más que cualquiera de los mortales que haya visto en el cine en los últimos tiempos. Up es ternura, aventura, diversión, extravagancia, esperanza y emoción. Optimismo, vitalidad, poesía y ensoñación… Y todo ello sin concesiones, desde el primer hasta el último minuto. Tus defensas emocionales se desvanecen tras la primera escena, en lo que es un comienzo antológico, una brillante lección de narrativa audiovisual y montaje cinematográfico. Setenta años en la vida de Carl Fredricksen pasan por delante de tu retina en apenas unos minutos. Para entonces, ya te has metido en la piel pixelada del señor Fredricksen. Sufres cuando él sufre, ríes cuando él ríe y, sobre todo, lo acompañas sin reservas a lo largo de su aventura. Esa trepidante aventura que es vivir.
Título: Up
Dirección: Bob Peterson, Pete Docter
País: Estados Unidos
Año: 2009
Duración: 96 min.
Reparto: Christopher Plummer, John Ratzenberger, Edward Asner, Delroy Lindo, Jordan Nagai, Paul Eiding
Guión: Bob Peterson
Productora: Pixar Animation Studios
El esperado estreno este viernes de Inglorious Basterds, la nueva película de Quentin Tarantino, además de ser uno que más expectativas ha levantado este año, servirá además, por un lado, para poner el broche a un temporada veraniega en la que no ha habido puntos realmente álgidos más allá del Anticristo de Von Trier o los Enemigos públicos de Michael Mann, otra de las películas del año, que sin embargo ha tenido una recepción por parte de la audiencia europea más tibia de lo esperado, al contrario que la crítica, que la ha llenado de elogios.
Por otro lado, y al mismo tiempo, puede también considerarse como una apertura de lujo para la temporada otoñal, sin duda la mejor para mi gusto, en dónde se saborean los mejores platos del año, incluso por encima de la invernal, cuando se suelen estrenar las obras que se reparten el pastel de los Oscar, los Globos de Oro y todo el gran grueso de premios (incluidos, por qué no, los Razzie).
Pese a todo, el panorama del último trimestre de 2009 no es tan esperanzador como en años anteriores. Aún así, siempre existen buenos deleites para los ojos (y la mente), como las interesantes propuestas de tres señores directores que nos llegan dentro de dos semanas: Ang Lee nos trae Destino: Woodstock, falso documental en clave de comedia que reconstruye el nacimiento y la celebración del festival más célebre y determinante (por su valor sociológico e histórico) de todos los tiempos. Por su parte, Steven Soderbergh, tras el éxito de su doble entrega sobre la figura del Che, nos trae El soplón, una película que pertenece a su línea comercial (al igual que la saga de Ocean's), la que va alternando con otra más de carácter independiente o incluso experimental (como El buen alemán o Bubble, primero del proyecto de un serie de hasta diez films); esta entrega, protagonizada por Matt Damon, se mueve entre el thriller y la comedia, algo habitual en este prolífico y ávido realizador. El “tercer mosquetero”, y el que tiene pinta de venir con más fuerza, es el argentino Juan José Campanella, con El secreto de sus ojos, un film que ha tenido una grandiosa acogida en Argentina, tanto del público como de la crítica; repiten Ricardo Darín, su actor fetiche, y Soledad Villamil (No sos vos soy yo), que ya trabajaron juntos a las órdenes de Campanella en El mismo amor, la misma lluvia.
También será un mes en que las producciones españolas pisen con fuerza. Estaréis pensando seguramente en Ágora, el esperado regreso de Alejandro Amenábar, quizás su propuesta más arriesgada, una superproducción histórica con un reparto internacional encabezado por Rachel Weisz. Además, podremos ver la secuela de REC, que seguro que hará buena caja, aunque de todos es sabido que en el cine de terror, el listón está cada vez más alto. Puede ser que nos llevemos sorpresas agradables con la intimista La máquina de pintar nubes o el relato de reveladores reencuentros que Alberto Rodríguez (7 vírgenes, El traje) nos ofrece en After.
A medida que avance el mes nos iremos encontrando un puñado de títulos curiosos, como la francesa París, con Juliette Binoche y Romain Duris, o New York: I love you, réplica de la Gran Manzana precisamente a Paris, je t'aime, con el mismo formato, y un variopinto plantel de realizadores, en el que llama la atención el debut detrás de las cámaras de Natalie Portman y Scarlett Johansson (esta última como guionista). Y más secuelas: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, segunda entrega de la adaptación de la saga Millenium, y la sexta reedición de la hace tiempo agotada fórmula de Saw.
Por otro lado, los incondicionales del siempre interesante a la par que controvertido y polémico Terry Gilliam, tienen una cita el día 23 con el estreno de El imaginario del Doctor Parnassus, producción inicialmente protagonizada por el malogrado Heath Ledger, cuya muerte repentina obligó a reescribir el guión, de manera que entre Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell completaron el rodaje, encarnando al mismo personaje en diferentes épocas de su vida.
La última semana de octubre nos traerá This is it, documental con los últimos ensayos del recientemente desaparecido Michael Jackson, y que sin duda dejará las salas a rebosar, como si de sus últimos conciertos realmente se tratase. También han logrado un puesto en la cartelera la suiza Home, ¿dulce hogar?, protagonizada por Isabelle Huppert, y la mexicana Sin nombre, una de la triunfadoras en la pasada edición de Sundance.
Llegamos a un noviembre con un escena poco prometedora. Muy poco salvable en la primera quincena, un árido desierto con dos oasis que son la española Celda 211, un drama carcelario de Daniel Monzón (La caja Kovak) protagonizado por Luis Tosar y Marta Etura, y el thriller sobrenatural Tokyo sonata, de Kiyoshi Kurosawa (nada que ver con Akira), premiado en Cannes.
Tomará el testigo Luna nueva, segunda entrega de la saga Crepúsculo, que luchará por coronar la cima de las cintas más taquilleras del año, en dura liza con el último título de Harry Potter. Y hacia el final, Sam Mendes y Ken Loach. El estadounidense estrena Un lugar donde quedarse, que supone un giro hacia el cine independiente. Del británico nos llega Buscando a Eric, un prometedor debut del entrañable ex-futbolista Eric Cantona, a las órdenes de un Loach que, de nuevo junto a su guionista de confianza Paul Laverty, le da un nuevo enfoque al cine social, recibiendo una calurosa acogida en Cannes.
Diciembre tampoco incita demasiado al paladar, aunque en el horizonte, curiosamente descargado de rancias producciones navideñas, siempre se encuentra algo que pueda valer la pena. Es el caso de El baile de la Victoria, con un llamativo y seguramente eficaz tridente Skármeta-Trueba-Darín. O de What just happened?, biopic en tono cómico del productor independiente Art Linson (que no es otro que el propio guionista de la película); el irregular Barry Levinson dirige a un envidiable reparto encabezado por Robert de Niro en esta historia de cine dentro del cine.
Por último, dos esperados regresos. Spike Jonze volverá a desmontar la narración convencional en Donde viven los monstruos, a partir de un cuento infantil de Maurice Sendak. Pero sobre todo, será James Cameron el que despierte muchas expectativas en su retorno a la dirección doce años después de romper los registros de taquilla con Titanic. Durante todo este tiempo, además de productor, realizó varios documentales de temática submarina, además de la serie Dark Angel, con la que Jessica Alba saltó al estrellato. Cameron vuelve en el género que lo hizo grande, la ciencia-ficción, con elementos de thriller y acción toque de la casa, y nos presenta Avatar, en el que además de utilizar innovadoras técnicas de animación que nos dejarán boquiabiertos, se embarcará en la poco sencilla tarea de hibridar el género bélico con la ciencia-ficción más estética y violenta.
Esto es lo que hay. Puede que la temporada invernal esté por encima esta vez, pero bueno, si bien el banquete no es copioso, hay algún que otro buen manjar que llevarse al paladar, que al fin y al cabo, es lo que importa.
Seguir leyendo...