VIÑETAS, NEOPRENO Y
HONDANADAS DE HOSTIAS
Eloy Domínguez Serén
Dime qué justiciero te mola y te diré quién eres. Honestos, vengativos, sanguinarios, legítimos, psicópatas, libertadores, enmascarados, chabacanos… Al igual que con los colores, las recetas, las conspiraciones o las cortinas, hay justicieros para todos los gustos: Batman, Harry el Sucio, El Cuervo, El Castigador, El Zorro, el Capitán América, el Vengador Tóxico, el Charles Bronson de El justiciero de la noche, el Schwarzy de Commando, el primo de Zumosol... La nómina es inagotable. Hay muchos malhechores ahí fuera y todos tienen que recibir su merecido.
Es más, cada uno de nosotros alberga un justiciero latente. ¿Quién no ha querido en más de una ocasión partir caras, machacar costillas y patear culos como respuesta a las fechorías de malotes, malignos y maleantes? De hecho, ¿cómo es que nadie ha intentado ser un superhéroe?, se pregunta Dave Lizewski, protagonista de Kick-Ass. Al fin y al cabo, "para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”, decía el pensador británico Edmund Burke.
Así, Dave (arquetípico pardillo de instituto cuatro ojos, debilucho, pajillero y adicto a los cómics), incapaz de comprender por qué la gente prefiere ser Paris Hilton que Spiderman, decide combatir el crimen enfundado en un hortera traje de neopreno adquirido en Internet. Pero, en su primera misión, comprueba lo sufrida que es la vida de superhéroe: es apaleado y acuchillado por un par de macarras y arrollado por un conductor que pasaba por allí.
Tras emular el cine mafiosete de su amigo Guy Ritchie con Layer Cake (2004) y poner patas arriba el género fantástico con la fábula Stardust (2007), el británico Matthew Vaughn subvierte y desmitifica ahora el sobado mundo de los superhéroes con esta irreverente comedia .
No obstante, Vaughn, que había sido productor de Lock & Stock y Snatch, debió enfrentarse a numerosos obstáculos y reticencias para lograr, al fin, llevar a buen puerto su adaptación de este cómic de Mark Millar y John Romita Jr. ¿Una perfecta máquina de matar de once años? ¿Superhéroes que ejecutan brutalmente a sus víctimas? ¿Un superhéroe que se publicita a través de MySpace y You Tube? ¿Un padre que dispara contra su hijita para demostrarle cómo funciona un chaleco antibalas?
Las transgresiones que hacían este proyecto inviable a ojos de las grandes productoras se han revelado, a la postre, como las mayores virtudes de esta anárquica, delirante y divertidísima película.
Millar, Vaughn y su coguionista Jane Goldman dinamitan los códigos del género sin, por ello, renunciar a beber de sus grandes iconos: Batman, Spiderman, Superman, Lobezno o el Duende Verde son evocados con absoluta familiaridad.
El cineasta londinense impregna su cinta con certeras pinceladas de ritmo, energía y exceso: el feroz encanto de Chloe Moretz, la demente paranoia de Nicolas Cage, el Banana Splits de The Dickies y, sobre todo, un puñado de fulgurantes escenas de acción que provocan en el espectador un cocktail de psicodelia, regocijo y ganas de “kickear asses”.
1 comentario:
Realmente de acuerdo! No había leído el comic y la verdad que pensé era más una comedia pasatista que otra cosa pero me la recomendaron tanto que allá fuimos y la verdad no me defraudó, muy al contrario me dejó muy buen sabor de boca. Tiene escenas muy bien logradas realmente.
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