NADA NI NADIE TUMBARÁ
A DON DRAPER
A DON DRAPER
Julio C. Piñeiro
Aún parece que fue ayer cuando volvimos varios años atrás en el tiempo y nos introducimos entre el humo y el cinismo de las agencias de publicidad de la Madison Avenue. Pues bien, el pasado domingo Mad Men estrenó su cuarta temporada, y la verdad, la frescura del primer día sigue intacta.
No corren tiempos fáciles para la refundada Sterling Cooper Draper Pryce en la era post-Kennedy. A los obstáculos del “novato” debe unir la pérdida de una cuenta importante. La principal amenaza viene desde dentro, desde el mal momento, en todos los aspectos, en el que se encuentra el músculo de la compañía, su cerebro en el sol y en la sombra, Don Draper.
Por un lado, su conflicto personal, con los inminentes trámites de divorcio de su mujer, solamente aparentan ir a peor. Hasta tal punto que Don se ve obligado, por supervivencia y por orgullo, a declararle la guerra a ella y a su nueva pareja. De momento la problemática empieza por la casa, pero veremos en qué (y cómo) acaba. Todo ello en el contexto del Día de Acción de Gracias, que identificamos de manera excelente pese a que estemos en pleno mes de julio. La ausencia de paralelismo temporal entre la narración y la emisión (que se cumple en la gran buena parte de las series) no debe ser un obstáculo si la narrativa es hábil y eficiente.
Y por el otro lado, ni siquiera Draper, con su entereza, competitividad y frialdad, puede evitar que los dramas personales salpiquen a su rendimiento profesional. Tras una desafortunada entrevista con un amarillista reportero del Advertising Age, su popularidad empieza a descender, y con ella, la de la agencia. Es la era de las Relaciones Públicas en pleno auge (recordemos el título del episodio, Public Relations): no importa sólo “¿y quién es él?”, sino también “¿de dónde es?” y “¿a qué dedica el tiempo libre?”.
Pero nada ni nadie tumba a Don Draper. Tras una presentación fallida, ante una de sus cuentas más fieles, donde insiste una y otra vez en introducir una propuesta atrevida y arriesgada ante la negativa de los clientes, se decide a conceder una nueva entrevista, esta vez ante al Wall Street Journal, y ahora sí, con las respuestas concienzuda y meticulosamente meditadas.
Y por el otro lado, ni siquiera Draper, con su entereza, competitividad y frialdad, puede evitar que los dramas personales salpiquen a su rendimiento profesional. Tras una desafortunada entrevista con un amarillista reportero del Advertising Age, su popularidad empieza a descender, y con ella, la de la agencia. Es la era de las Relaciones Públicas en pleno auge (recordemos el título del episodio, Public Relations): no importa sólo “¿y quién es él?”, sino también “¿de dónde es?” y “¿a qué dedica el tiempo libre?”.
Pero nada ni nadie tumba a Don Draper. Tras una presentación fallida, ante una de sus cuentas más fieles, donde insiste una y otra vez en introducir una propuesta atrevida y arriesgada ante la negativa de los clientes, se decide a conceder una nueva entrevista, esta vez ante al Wall Street Journal, y ahora sí, con las respuestas concienzuda y meticulosamente meditadas.
La importancia de Peggy da un nuevo salto de nivel, en relación a la innovación de sus propuestas y la autonomía de sus acciones. Como ya he dicho, acaba de empezar el auge de las Relaciones Públicas; así, se empiezan a ver acciones novedosas, como los eventos de notoriedad, impulsados por idea de Peggy, sin consultar previamente a Draper, secundados por Pete Campbell (condenado a trabajar codo a codo con ella) y sus efectos negativos, subsanados por el de siempre, por Don, que no oculta su indignación ante la manera tan “rápida” de decidir y actuar de la (todavía) señorita Olson.
Pero sobre todo, lo que caracterizará a esta cuarta temporada, el contexto bajo el que se desarrollarán las tramas de los personajes y de la compañía, será el de la profunda revolución social y cultural que se está gestando: la liberación sexual, la inminente eclosión del movimiento hippy, la intensa contestación de la opinión pública a la intervención en Vietnam y toda una serie de profundos cambios que iban a tener lugar en la era post-Kennedy. Si bien en las temporadas anteriores aparecían de manera más discreta, sutil y sugerente, aunque no por ello poco significativa, ahora entrará cada vez más de lleno en el relato. Visionarios como Don o Peggy lo ven venir desde hace tiempo, saben que será inevitable e intentan confrontarlo de la mejor manera posible, mientras que los clientes, los peces gordos y las clases burguesas en general se nieguen a reconocer la evidencia y se dediquen a mirar para otro lado.
3 comentarios:
Tengo "Mad Men" apuntadísima, qué ganas tengo de hincarle el diente!
http://bit.ly/dlvJE1
Me acabo de encontrar un video de los estudios en los que se graba Mad Men, Ugly Betty y muchas otras, y me he quedado boquiabierto al ver lo falsas que son muchas de las escenas, y lo bien echas que están!
Un saludo!
Sí, es verdad. El croma ha llegado a unos niveles de perfección inimaginables.
Así cada vez hay menos limitaciones (para eso están los efectos).
Mad Men, sí, muy recomendable.
Buenas, Diego
Tranquilo, tu voto por descontado.
Suerte¡¡¡
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