jueves, 12 de marzo de 2009

GRAN TORINO (2008) de Clint Eastwood


ÉRASE UNA VEZ

(CLINT EASTWOOD)

EN AMÉRICA

Eloy Domínguez Serén


Es esperanzador que alguien como Clint Eastwood nos muestre que nunca es tarde para aprender. Una sentencia de la sabiduría popular sólo digna de creer, según mi punto de vista, cuando sale de labios de quien ha vivido lo suficiente para saber de qué diablos está hablando, como es el caso.

Cantos de sirena pregonan a los cuatro vientos lo mucho y deprisa que todo se transforma. Sin embargo, el “hombre adulto moderno” es incapaz de discernir en qué se diferencia el día de hoy del de ayer, anticipo del de mañana, y pasado mañana, y el próximo…

Paradoja o no, esas arenas movedizas a las que llaman rutina nos hunden, más y más, en una complacencia intransigente, que ya no nos permite ni estirar el cuello para comprobar cómo ahí fuera todo tipo de convencionalismo revienta en mil pedazos. Si todo lo que me rodea está cambiando, ¿por qué no he cambiado yo con ello? ¿Cuál sería la consecuencia de hacerlo? No por recurrente, es menos interesante la interpelación que propone Gran Torino a su público.

Walt Kowalski (Eastwood) es un hombre fuera de su tiempo (si es que ha tenido alguno), que detesta el rumbo que están tomando las cosas. Ese “rumbo” y esas “cosas” incluyen la reciente muerte de la mujer con la que ha compartido su vida, el pronunciado desgaste de la relación con su hijo mayor y la invasión de su barrio de Detroit (otrora blanco obrero) por parte de familias afroamericanas, latinas y asiáticas.

Supongo que habrá quien no se trague la repentina conversión del gruñón, xenófobo y huraño anciano en redimido impulsor de la armonía de la nueva América, sin embargo, este proceso responde a la pregunta que nos hacíamos unas líneas más arriba, ¿puede un hombre evolucionar al ritmo de su tiempo? Así, Walt se convierte en un antihéroe crepuscular con múltiples puntos en común con personajes a los que el viejo Clint dio vida en films como Sin Perdón (1992) o Million Dollar Baby (2004). No en vano, la gran mayoría de los críticos coinciden en señalar a Walt Kowalski como una “suma y compendio” de la figura cinematográfica del director de Mystic River (2003).

El automóvil que da título a la cinta (un Ford Gran Torino de 1972) no sólo es el legado del viejo veterano de Corea al joven chino Thao, al que da el testigo de contribuir al asentamiento de la nueva América, sino un alegato del propio Eastwood a favor de la convivencia a través del aprendizaje recíproco.

Dirección Clint Eastwood

País Estados Unidos

Duración 116 min

Género Drama

Guión Nick Schenk

Reparto Clint Eastwood, John Carroll Lynch, Ahney Her, Christopher Carley, Bee Vang

Fotografía Tom Stern

Montaje Gary D. Roach, Joel Cox

Música Kyle Eastwood, Michael Stevens

2 comentarios:

Andreu Gonçales dijo...

Un peliculón desde mi punto de vista. Lo que hace Eastwood es devolvernos al buen cine, un regalo para los sentidos. Una pel´cula que no deja indiferente y que tiene una crítica muy bien llevada sobre la violencia, la guerra y la vida en sociedad.

Isabel dijo...

Creo que Clint Eastwood, director brillante donde los haya, se dejó llevar en Gran Torino, por la moralina fácil, por los diálogos repletos de lugares comunes y por el argumento sencillo. La película no es mala, sin embargo la aceptaría como primera película de su filmografía, pero jamás a estas alturas... y por ello recuerdo entre otras Mistic River.