Eloy Domínguez Serén
No deja de tener gracia eso de que cierta película “es buena para ser española”. Comprendo los motivos que han hecho de esta irónica expresión una recurrente (y simplona) crítica benévola, pero considero necesario, al menos, limitar su uso. Al fin y al cabo, una película es buena o no, nos gusta o no, está bien hecha o no; independientemente de cuál sea su bandera.
En este sentido, es imprescindible erradicar de una vez por todas los prejuicios y recelo que el público español mantiene respecto a nuestro cine. Rechazo la idea de privilegiar un film por ser español, pero aún más el desdeñarlo por haber sido realizado en nuestro país.
Como público, tenemos el derecho y la obligación de exigir a nuestra industria cine de calidad, pero, del mismo modo, no debemos eximirnos de premiar el trabajo bien hecho. Tal vez peque de idealista, pero me gusta pensar que, a pesar de todo, el espectador tiene aún la última palabra. Por ello, trataré de referirme a 25 kilates, excepto en lo estrictamente necesario, no como una película española, sino como una película.
El largometraje del debutante Patxi Amezcua es un cinta plagada de virtudes, pero sujeta a una serie de inconvenientes que merman el resultado final de la obra. Así, un final precipitado y poco sostenible y una trama astuta, pero poco efectiva, ensombrecen el desarrollo de un film ágil, serio y estilizado.
Uno de los puntos fuertes de la película de Amezcua es la elección de un reparto equilibrado y creíble, formado por actores poco conocidos pero absolutamente convincentes. La labor del amplio elenco de intérpretes que protagonizan las diversas subtramas es intachable, especialmente en el caso de los tres personajes principales, encarnados por los experimentados Francesc Garrido, Aída Folch y, sobre todo, Manuel Morón, espléndido en su papel de patético timador abocado al fracaso.
Pero, sin duda, lo mejor de 25 kilates es la elaboración de unos diálogos veraces, moderados, eficaces, precisos, exentos de la artificiosidad y el exceso de verborrea característicos de este tipo de thrillers. No en vano, el guión viene firmado por el propio Amezcua, quien se formó como guionista en Los Ángeles.
Cada obra cinematográfica es concebida con una serie de propósitos, expectativas y metas que satisfacer y, en este caso, Patxi Amezcua sabe estar a la altura. Todo un logro para un director novel.
Título 25 kilates
Dirección y guión Patxi Amezcua
País España
Reparto Francesc Garrido, Aida Folch, Manuel Morón, Joan Massotkleiner, Héctor Colomé, María Lanau
Producción José Nolla y Quique Camín.
Música Francis Amat.
Fotografía Sergi Gallardo.
Montaje Lucas Nolla.
Dirección artística Lu Mascaró.
Vestuario Marta Wazinger.
Duración 86 min
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