viernes, 8 de mayo de 2009

EL EFECTO RASHOMON (2/8)

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EL EFECTO RASHOMON

Julio C. Piñeiro

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Habiendo ya hecho la introducción pertinente, con el análisis de la película que da título a este ensayo, procedo ahora a exponer las seis diferentes modalidades de discontinuidad narrativa.


I. Perspectivas múltiples: los herederos de Rashomon.

A. Cautivos del mal: el lado oscuro de Hollywood.

Esta película fue rodada por Vincente Minnelli en 1952, el mismo año que Rashomon. Se trata casi de una "rareza" en la obra de este director, principalmente conocido por musicales y comedias. En este caso, las diferentes perspectivas no giran en torno a un mismo acto, sino en torno a una misma persona.


El relato comienza en una oficina de producción, donde convocan a un director, un guionista y una actriz, los tres en la cúspide de sus carreras. Harry Pebbels, el "pez gordo" que los ha reunido, les transmite su deseo de que participen en el nuevo proyecto de Jonathan Shields, otrora un excelente productor, pero actualmente acabado e intentando reflotar su carrera con este nuevo proyecto. Por tanto, de este punto surgen los flashbacks de cada uno de los convocados, contando su relación de años anteriores con este hombre.

El primero en relatar su versión de los hechos es el director. Recuerda como Shields (Kirk Douglas), se hizo cargo de un proyecto para Harry Pebbels a fin de pagar una deuda de juego. Así que se asocia con este director y juntos desarrollan un proyecto personal que este último tenía en mente desde hacía muchos años, como lanzamiento de su carrera. Shields consigue vender el proyecto a un estudio, que le ofrece un presupuesto mucho más alto. Pero, en cambio, le exigen contratar a un director más famoso y aquel acepta, traicionando de esta manera a su socio (y amigo).

Seguidamente interviene la actriz (Lana Turner), en otros tiempos alcohólica y de baja categoría, poco antes de conocer a Shields. Este se gana su confianza nada más conocerla y la convierte en protagonista de una de sus películas, por encima de las objeciones de todo el mundo. Ella se acaba enamorando y el productor le sigue la corriente a fin de optimizar el rendimiento de ésta. Pero tras una premiere que la catapulta al estrellato, descubre la aventura de Shields con otra mujer. La diva se encoleriza de tal manera que su mentor (y amante) acaba por despedirla.

Por último le toca al guionista, de aquella un escritor en alza que de primeras había rechazado la oferta de Shields, pero acaba aceptando debido a la insistencia de su mujer. El productor, tras notar que la cónyuge lo distrae demasiado del trabajo, decide juntarla con un actor galán. De esta manera, el escritor finaliza pronto el guión, aunque el problema viene cuando su mujer muere, junto al galán, en un accidente aéreo. Shields, accidentalmente, le revela la fallida jugada.

Al final, Shields, habiendo perdido a sus talentos debido a sus traiciones, dirige una película él solo, le sale una chapuza y se arruina.

La diferencia con Rashomon es que aquí sí llegan a una conclusión en común de las tres historias: los tres han sido traicionados por Shields, pero gracias a él ahora están en la cúspide de su carrera. Por tanto, los tres deciden finalmente participar en su proyecto de relanzamiento.

En resumen, digamos que este film supone una adaptación bastante interesante del efecto Rashomon al cine clásico hollywoodiense.

B. Gosford Park: el juego del Cluedo.

Robert Altman quizás haya sido, de entre todos los director norteamericanos, aquel que mejor ha sabido utilizar en sus películas las discontinuidades narrativas “clásicas” (anteriores al boom de los '90), por lo que incluso recibió el calificativo de “heredero norteamericano de Kurosawa". En 2001 realiza este film, con guión de Julian Fellowes. Gosford Park sitúa un crimen durante la celebración de una fiesta de la aristocracia inglesa en una casa de campo.

Está inspirada claramente en la mencionada La regla del juego, a la que dedica un evidentísimo homenaje en la escena del tiro al faisán. También bebe de la soap opera de los setenta Upstairs, downstairs y de la literatura de Agatha Christie.

El nobiliario matrimonio de los McCordle celebra la fiesta de la caza en su gran mansión de campo. Allí, los invitados, familiares y amigos, llevan a sus criados, tanto doncellas como mayordomos, que se unen a los de la casa. Curioso personaje el productor de cine Morris Weisman, interpretado precisamente por el productor de esta película, Bob Balaban.

A medida que va llegando la gente, los personajes se van distribuyendo de manera fundamental para el desarrollo de la narración: los invitados se sitúan en las habitaciones de arriba, mientras que los criados permanecen abajo, evidente influencia de la citada serie televisiva. Entonces, comienza un recorrido por los relatos y las conversaciones de toda esta colección de personajes tan diferentes entre sí. Y, como a menudo en esta clase de películas, nada es lo que parece, todos esconden algo, todos son muy distintos de la pantalla que ofrecen: traiciones, mentiras, hipocresías, infidelidades, sexo adúltero,...

El primer gran giro de la película llega con el asesinato del anfitrión: del culpable vemos sólo las piernas. Cuando descubren el cuerpo, llaman a la policía y enseguida llega el inspector Thompson (Stephen Fry), que recluye a todos bajo arresto domiciliario. Comienza a interrogar a los invitados, uno detrás del otro (un método muy típico de Agatha Christie). Se empiezan a descubrir enemistades, más infidelidades, embarazos, maternidades y parentescos desconocidos,... todo se vuelve cada vez más sorprendente y vergonzoso. Pero el inspector no llega a ninguna conclusión y deja a todos que se marchen, sin haber descubierto al autor del crimen.

El personaje clave de la película resulta ser Mary (Kelly Macdonald), la joven y tímida doncella de la Condesa (Maggie Smith). Mediante observar, "ver accidentalmente", saber estar callada en el momento oportuno y saber preguntar a las personas adecuadas, descubre todo el pastel: Sir William, el anfitrión (Michael Gambon), había dejado embarazadas a varias doncellas y trabajadoras de su fábrica, amenazándolas luego con el despido si no dejaban a sus bebés en adopción en cuanto naciesen. Uno de los mayordomos, Robert Parks (Clive Owen), sabedor de que Sir William es su padre biológico, lo mata, acuchillándolo. Aquel todavía cree que su madre está muerta, cuando en realidad ésta no es otra que la gobernanta, Mrs. Wilson (Helen Mirren), que cambió su apellido (que antes era precisamente Parks) y dejó a su hijo en adopción para conservar su empleo. Lo descubrió al ver una foto suya en la mesilla de Robert. Previendo las intenciones de su hijo, envenena a Sir William antes de que aquel lo mate: "una buena sirvienta, debe anticipar las necesidades de los demás". Todo esto sale a la luz en la conversación que mantienen Mrs. Wilson y Mary en el desenlace de la película, en la que la primera afirma que no le contará a Robert quién es ella en realidad, ya que "los sirvientes no deben tener una vida propia, deben estar a disposición de los demás", con lo que parece casi una versión femenina del general encarnado por Alec Guinness en El puente sobre el río Kwai.

Así que, al final, son los criados quienes componen y resuelven la historia, mientras que los aristócratas permanecen todavía en el desconocimiento, fruto de su ingenuidad. Este puzzle de pasiones, traiciones e hipocresías supone un retrato muy crítico con la alta sociedad británica, a través de uno de los mejores guiones de los últimos años.


En la próxima entrega, será el turno del tipo de discontinuidad más popular: las historias cruzadas.

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