viernes, 22 de mayo de 2009

VACACIONES DE FERRAGOSTO - Pranzo di Ferragosto (2008) de Gianni Di Gregorio


LA VEJEZ ES LA PÉRDIDA

DE LA CURIOSIDAD

Eloy Domínguez Serén

Gianni dedica la mayor parte de sus energías a cuidar de su anciana madre, con la que vive en un pequeño apartamento en el centro de Roma. Un día se presenta en su puerta Alfonso, el administrador, con una montaña de facturas. Gianni debe pagar o tanto él como su madre podrían ser desalojados. Sin embargo, Alfonso propone una alternativa: las deudas quedarán saldadas si Gianni acepta cuidar de la madre de Alfonso durante dos días, uno de ellos correspondiente a la fiesta de Ferragosto. Gianni acepta a regañadientes. Sin embargo, todo se tuerce cuando Alfonso incluye también en el trato a su tía María, una simpática viejecita con algún que otro problema de memoria. Por si eso fuese poco, Gianni se verá obligado a dar asilo a una tercera anciana, madre de un médico amigo del protagonista.

El guionista y ayudante de dirección Gianni Di Gregorio debuta en la dirección cinematográfica con Vacaciones de Ferragosto, una modesta y entrañable comedia en la que, además de dirigir, firma el guión e interpreta al personaje protagonista. Ambientada en el archiconocido barrio romano de Trastevere, lo primero que llama la atención de esta sorprendente película es la gran austeridad con la que se lleva a cabo. Esta economía cinematográfica nos aproxima a esta historia no como espectadores, sino como testigos. En contraposición al frenético ritmo de vida de la capital italiana, todo trascurre con inusual parsimonia en casa de Gianni durante el día de Ferragosto. A lo largo de los apenas setenta y cinco minutos que dura este tierno retrato de la vejez, la familia o la soledad, Di Gregorio impone un tempo lento, muy lento, contemplativo, que nos permite sentirnos partícipes del ritmo de vida las encantadoras viejecitas.

La gran baza a favor de esta comedia es la gran dosis de verdad que encierra. Una honestidad que llega a conmover. En este sentido, es notable la labor de las tres ancianas protagonistas, todas ellas actrices no protagonistas. Su espontaneidad, su frescura, son, sencillamente, entrañables. Entrañables porque podemos asociarlas con alguien a quien conocemos, a alguien muy próximo. Las escuchamos fascinados, sin darnos cuenta de que mostramos a esas tres ancianitas todo el interés que no solemos permitirnos con ese alguien tan próximo. Sin embargo, sus historias son las mismas: las de alguien que, simplemente, necesita ser escuchado.


Ficha técnica y artística

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