… Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON
por Eloy Domínguez Serén
Las reglas no escritas del cine te hacen intuir que ese será el último plano de la película. La cámara se aproxima en un lento ‘travelling’ al rostro en primer plano de un anciano. Se detiene sobre él. Su expresión es de hastío, derrota, impotencia. Podemos leer en su mirada esa pregunta que tarde o temprano todos nos haremos, si no nos la hemos hecho ya: ¿cómo diablos he llegado yo hasta aquí?, ¿qué coño ha sido de mi vida, de mis sueños? Fundido a negro. Fin. Tras casi dos horas de lento y agónico descenso al infierno de las miserias humanas, ver en pantalla los créditos finales de Revolutionary Road supone un cierto alivio.
El mal sueño ha terminado, pero algo en nuestro interior insiste persistentemente en ese interrogante: ¿qué habría hecho yo en su lugar? Casi una década después de su debut con American Beauty, el realizador británico Sam Mendes vuelve a narrar la voracidad de la doble moral del ‘american way of life’. Pero, si el tono de la ‘opera prima’ de Mendes era burlesco, corrosivo, satírico e irónico; en esta ocasión el realizador ofrece una visión cruda, desalentadora, devastadora, implacable. Un ama de casa (otrora frustrada aspirante a actriz) retira la venda que cubre sus ojos para descubrir que su marido jamás ha sido el príncipe azul que ella había recluido en su imaginación. Un ‘loser’ anónimo y gris da el último trago a su vaso de whisky y echa la vista atrás en su tediosa existencia para comprobar cómo ha seguido fielmente, paso a paso, las migas de pan de las que siempre había querido huir.
En definitiva, un joven y atractivo matrimonio con dos hijos asiste impotente al grotesco espectáculo de ver cómo sus sueños se consumen entre las cuatro paredes de su confortable casa de ‘Revolutionary Road’, rodeados de hombres y mujeres tan asfixiados e insignificantes como ellos. Ambos han sido derrotados, devorados por el presente, a pesar de que creían haber sido tocados por una varita mágica. Sam Mendes y su guionista, Justin Haythe, nos zarandean bruscamente con una adaptación magistral de la novela homónima de Richard Yates. Pero, por encima de todo, brilla el trabajo de dos actores maduros y en estado de gracia: Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Ambos están soberbios encarnando a personajes malogrados, destrozados, patéticos; en sendas interpretaciones humanas, complejas, espeluznantes, dignas de veneración.
Título Revolutionary Road
Nacionalidad EEUU
Dirección Sam Mendes
Producción Bobby Cohen, Sam Mendes, Scott Rudin
Guión Charles Leavitt
Música Thomas Newman
Fotografía Roger Deakins
Reparto Leonardo DiCaprio, Kate Winslet, Kathy Bates
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