viernes, 18 de abril de 2008

FRASES CÉLEBRES DEL CINE ESPAÑOL


LA HORA DE LAS MUSAS

Eloy Domínguez Serén


De vez en cuando la gallina de los huevos de oro llama a la puerta de algún agudo guionista, otorgándole un privilegiado lugar en la memoria colectiva. Desgraciadamente, también aquí se cumple la ley de desvelar el pecado pero no el pecador. ¿Quién no ha oído en alguna ocasión esa frase de tócala de nuevo, Sam”? Sin embargo, ¿quién recuerda la autoría de este auténtico eslogan del cine universal? ¿Qué me decís de “francamente querida, me importa un bledo” o “le haré una oferta que no podrá rechazar”? En este caso ambas legendarias citas eran ya presentes en las novelas originales. Habría que reflexionar acerca de por qué éstas y no otras citas lograr permanecer en la mente del espectador. ¿Cómo surgen estas genialidades? Algunas de ellas pueden haber sido producto de una oportunísima inspiración, una sobresaliente intuición o un lúcido momento de genialidad, pero no podemos olvidar la imitación, el azar o, simplemente, la astucia y el don de no ser ajeno a esa capacidad conocida como ‘tener los oídos bien abiertos’. Muy probablemente en alguna animada discusión informal entre amigos hayamos sorprendido a nuestros interlocutores con alguna excepcional joya retórica de cosecha propia que, en su momento, juramos escribir a sangre y fuego para la posteridad conscientes de su originalidad, pero que finalmente acabamos olvidando en el fondo de una jarra de cerveza 'bock'. Apostaría a que una de mis favoritas de pequeño, “¡cuanto gilipollas y tan pocas balas!”, nació de un modo bastante similar. Luego existen las citas de moda, frases que acaban logrando una peligrosa autoridad propia y acaban explotándose hasta la saciedad en absolutamente cualquier contexto imaginable. De mi infancia recuerdo especialmente “la vida es como una caja de bombones…” o la mítica “bésame el culo” de Eddie Murphy en Superdetective en Hollywood III, ¿os acordáis? Recientemente en nuestros país hemos tenido expresiones inevitablemente caducas como “un poquito de por favor” o “mayormente”. Es interesante observar que ambas son de series españolas, y no de films. En el artículo de hoy he querido ofrecer un recopilatorio de algunas de las frases del cine español que en su día, por diferentes motivos, calaron más hondo en el público. Muchas son ya auténticos clásicos, otras se consideraron momentos acertados de películas más o menos acertadas. Os invito a todos a participar en este ejercicio de memoria colectiva, con completa libertad para añadir en vuestros comentarios nuevas frases que consideréis que deban entrar en esta lista. Espero que la lectura de estas citas os evoquen los mismos recuerdos entrañables que he vivido yo a la hora de recopilarlas.

A mi madre le gustan las mujeres:

Tu madre es la...

─ Lesbiana, sí.

─ Iba a decir la pianista.

Airbag:

Yo no soy de ésos que andan diciendo que sois todas más putas que las gallinas... aunque lo piense.

Vamos a llevarnos bien, porque si no van a haber hondonadas de ostias aquí ¿eh?

Alatriste:

- Sabes que después no hay nada, ¿verdad?

- Sí... y eso es lo peor de todo.

Amanece, que no es poco:

¿Aquí no hay ni Dios, o es que son todos unos hijos de puta que se hacen pasar por fantasmas?

Nunca había visto a nadie morirse tan bien; ¡qué irse!, ¡qué apagarse!

Atraco a las tres:

Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo

Azuloscurocasinegro:

Hay que aprender a mentir, que si no te va a ir muy mal en la vida.

Báilame el agua:

Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora

Bajarse al moro:

¿Y por qué no abríais? Seguro que estabais ahí, pinchaos tan a gusto con las jeringuillas...

Bajo las estrellas:

Cualquier día de estos me enamoro de ti, pero tranquila, todavía me caes demasiado bien como para hacerte esa putada....

Barrio:

¿Tu padre bebe por estar jubilado, o esta jubilado porque bebe?

Bienvenido Mr. Marshall:

Vecinos de Villar del Río: Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar...

Yo os aseguro que para pagar esto ni un céntimo ha salido de las arcas públicas, porque como todos sabéis en las arcas jamás ha habido un céntimo.

Boca a Boca:

El mundo está lleno de pervertidos, y todos tienen teléfono

Cándida:

Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, pero si el hombre no gira la cabeza no cae en la cuenta.

Caótica Ana:

Los hombre son todos unos violadores y las mujeres... un poco putas.

Carmen:

¿Alguna vez te han comido el corazón a mordiscos?

Cosas que nunca te dije:

Hay más lágrimas derramadas por las plegarias atendidas que por las no atendidas: Tienes que ir con cuidado con lo que pides

Cría cuervos:

Pobrecita, nadie te hace caso.. Te dejan aquí sola y te cansas de ver el jardín.. claro.

Crimen ferpecto:

Yo me muero porque me vean contigo, y tú te mueres si te ven conmigo.

Días de Fútbol:

Te voy a dar 2000 euros, ahí, 'pa' tus cojones; pero Antonio, mírame un poquito lo de sacarte el carne de conducir.

El abuelo:

¡A mí me va a hablar Vd. de soledad, Sr. Conde, que voy por el tercer perro enterrado!

El amor perjudica seriamente la salud:

- Esto de enamorarse es una putada.

- Sobre todo es muy poco práctico.

El Bola:

Me pegaba patadas y me tiraba del pelo, me quemaba con los cigarrillos y me hacía beberme el pis

El bosque animado:

¡Alto, me caso en Soria!

El camino de los ingleses:

Ahí va Miguelito, sin su riñón derecho.

El Día de la Bestia:

- Tu eres satánico ¿verdad?

- Si señor. Y de Carabanchel.

- Perdón, me he cargado a tu madre

-Ah, bueno... mi madre me la suda (aportación de Travis Henderson, muchas gracias)

El espinazo del diablo

- ¿Qué es un fantasma?

- Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto que parece por momentos vivo aún , un sentimiento, suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma, eso soy yo.

Qué soledad, la del príncipe sin reino, la del hombre sin calor.

El Laberinto del Fauno:

La princesa (…) dejó detrás de sí pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles sólo para aquel que sepa donde mirar...

- ¿Por que no me ha obedecido?, le hubiera sido mucho mas fácil.

- Si, pero es que obedecer por obedecer, así sin pensar, solo lo puede hacer gente como usted, capitán

El lápiz del carpintero:

Los recuerdos no se eligen, se tienen....porque los recuerdos son engranas como cicatrices en la cabeza... tu eres mi cicatriz favorita

El Método:

Lo que yo digo es que si alguien se come una doble ración, yo le doy dos ostias y si a alguien le da por no limpiar, yo le doy otras dos ostias, y además me comprometo a ello.

El Milagro de P. Tinto:

Chino, china, chinito, negro y negrito. Full de negros-chinos

Cuidado no vayas a despertar a tus hermanitos... bueno, son adoptados pero hay que quererlos también.

El Orfanato:

No se trata de ver para creer, sino de creer para ver. Crea... entonces verá.

El otro lado de la cama:

—Por favor, perdonadle, el pobre está pasando una mala racha porque le ha dejado su novia por un homosexual.

—Pero si es homosexual no le habrá dejado por él.

—Es que era antes, ahora ya no es.

—Claro, es que no todo es blanco o negro, y además, como todos somos bisexuales.

El viaje de Arián:

Yo siempre he estado dispuesto a morir por mi patria, pero nunca a matar por ella.

Intacto:

No existe la casualidad, tú has nacido con el don de robarle la suerte a los otros.

Juana la loca:

Odio todo lo que se interpone entre tu cuerpo y el mío... así sea el aire.

La caja Kovak:

Si quieres escribir una obra maestra, debes sufrir en cada página. Ningún artista puede llegar a la meta sin pasar por el infierno.

La flaqueza del bolchevique:

Era lunes y como todos los lunes el alma me pesaba ahí mismo, abajo del saquito de los cojones.

La flor de mi secreto (1995):

¡Dios mío! No creo en ti, ¡pero ayúdame!

La lengua de las mariposas:

Cuando uno se muere... ¿se muere o no se muere?

En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío.

La música debe tener el rostro de una mujer a la que quieres enamorar.

La mala educación:

En este momento he perdido la fe. Si no tengo fe, no creo en el cielo ni en el infierno, si no creo en Dios ni en el infierno soy capaz de cualquier cosa.

La niña de tus ojos:

Eres tan hermosa que tan solo mirarte hace daño

La puta y la ballena:

Tú no eres libre, eres un cobarde.

La vaquilla:

¿Insinúa usted que mis hombres no tienen cojones, sargento?

Los amantes del Círculo Polar:

Podría contar mi vida uniendo casualidades.

Los crímenes de Oxford:

El crimen perfecto no es aquel que no se resuelve, sino el que se resuelve con un falso culpable.

Los lunes al Sol:

La cuestión no es si nosotros creemos o no creemos en Dios. La cuestión es si él cree en nosotros, porque si no cree, estamos jodidos.

¡La hormiga es una hija de puta y una especuladora!

Los Otros:

Nunca abra una puerta sin haber cerrado la anterior.

Los santos inocentes:

¡Milana bonita! ¡Milana bonita!

Lucia y el sexo:

Tienes que elegir, o polvo salvaje con desconocido, o polvo de amor con salvaje desconocido.

Mar adentro:

—¿Fumas?

—Sí, de vez en cuando, por si me mata.

Lo único peor a que se te muera un hijo es que quiera morirse.

Mi vida sin mí:

Morir no es tan fácil como parece.

Mujeres al borde de un ataque de nervios:

En esa moto no se monta otro chocho más que el mío.

Nadie conoce a nadie:

Unos mueren para que otros vivan. Otros morirán por ti.

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto:

¿Qué puedes esperar de alguien que llama a su hijo Jonathan?

Noviembre:

Nosotros queríamos cambiar el mundo y desde luego, no lo conseguimos. Ahora lo que intento, es que el mundo no me cambie a mí.

Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón:

Hagas lo que hagas, ponte bragas.

Piedras:

—Qué pena que seas marica.

—Qué pena que no tengas una polla gorda y dura.

Princesas:

Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés.

REC:

Grábalo todo Pablo, por tu puta madre

Reinas:

Yo siempre estoy libre, casada o no.

Tesis:

Si me lo curro bien, puedo sacarte las tripas y que sigas viva.

Tierra:

Cómeme el corazón (aportación de Carme_Nimri, muchas gracias)

Todo sobre mi madre:

Anoche mamá me enseñó una foto suya de joven. Le faltaba la mitad. No quise decírselo, pero a mi vida le falta ese mismo trozo.

Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma

Torrente, el brazo tonto de la ley:

Hay dos tipos de hombres: los que se lavan las manos antes de mear y los que se las lavan después. Yo me las lavo antes, ¿por qué? Porque mi polla es sagrada. Hay que reverenciarla.

Torrente 2. Misión en Marbella

Es duro perder a un padre... pero cuando ya has perdido dos, te vas acostumbrando (aportación de Travis Henderson, muchas gracias)

Volver:

Tu padre había nacido para hacer sufrir a las mujeres que le querían.


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miércoles, 6 de febrero de 2008

EL HUEVO Y LA GALLINA. El eterno debate sobre el cine español


CARA Y CRUZ DEL CINE ESPAÑOL

En el presente artículo me gustaría, a riesgo de parecer previsible, obstinado y poco original, plantear un argumento casi tan viejo como el cinematógrafo, debatido por moros y cristianos hasta la extenuación y en el que, cada vez más, la mayoría de las voces parecen converger en un mismo punto crítico. El tema en cuestión es: ¿se hace buen cine dentro de nuestras fronteras?

Para proponer este controvertido tema, he considerado oportuno ceder la palabra, en esta ocasión, a alguien que sabe mucho más que yo y a alguien que presumiblemente sabe también lo suficiente sobre el asunto. Con este propósito, he considerado oportuno recuperar dos documentos publicados en la sección de opinión de la versión digital del periódico nacional El País, de principios del presente año.

En el primero de ellos, titulado ‘El misterio del cine español’, un autor anónimo expone una tesis en la que resalta el notable descenso de afluencia de público a las salas durante el curso pasado, en especial, según él, en el apartado del cine español. Ésta y otras premisas, como “la contradicción” de que las dos únicas nominaciones españolas en los premios Oscar en 2007 provengan de producciones extranjeras, sirven al autor para fundamentar una reflexión crítica acerca de las producciones hechas en nuestro país, que, siempre según su punto de vista, “se han encerrado en un manierismo espeso, limitado a tres o cuatro fórmulas (…) adocenadas por un talento generalmente dudoso”.

El segundo de los textos que he adjuntado en esta entrada es la réplica expresa del director bilbaíno Álex de la Iglesia al artículo anterior, publicada también en el periódico dirigido por Javier Moreno, bajo el título de ‘Carta a El País de un cineasta del país’. El director de El día de la Bestia o La Comunidad replica, uno por uno, a todos los argumentos de ‘El misterio del cine español’, señalando, por ejemplo, que las malas cifras de taquilla del curso pasado, no sólo afectaron al cine español, sino a todo el cine en general. “Baja el cine porque todo el mundo tiene uno en casa, con Dolby Digital. El culpable es el DVD y las descargas por Internet, lo sabe todo el mundo”, denuncia el vizcaíno. Además, de la Iglesia desmiente la denuncia del autor anónimo de la supuesta falta de éxito y originalidad de las cintas españolas, remitiéndose a ejemplos como El Orfanato, El Laberinto del Fauno, La Soledad o, más recientemente, Los Cronocrímenes.

A las argumentaciones de uno y otro podrían añadirse, qué duda cabe, océanos de tinta, sin embargo, el abanico de controversias tratados aquí será suficiente para abrir el apetito a los amigos de los debates. Lean y juzguen ustedes mismo, yo ya lo he hecho.


EL MISTERIO DEL CINE ESPAÑOL

El cine español vive en una aparente contradicción. Javier Bardem ha sido nominado para el Oscar al mejor actor secundario y Alberto Iglesias, para el de mejor música original. Pero, al mismo tiempo, 2007 ha sido uno de los peores años en cifras del cine en España y, también, del cine español. Es el "vivo sin vivir en mí" y el "muero porque no muero" de Santa Teresa. Pero la contradicción desaparece cuando los hechos se examinan de cerca. El que la Academia de Hollywood seleccione a dos actores españoles es una distinción extraordinaria; pero el trabajo de ambos se enmarca en producciones estadounidenses. No es exactamente cine español lo que se reconoce con los galardones.

Las cuentas del cine en 2007 no admiten discusión: el cine español bajó de 19 millones a 12,5 millones de espectadores y el extranjero, de 97,5 a 85 millones. La paradoja es que, probablemente, el ciudadano español ha visto más cine que nunca. Tan pésimos números, que los medios de comunicación más conservadores suelen airear con gozo de papanatas, por más que lo coherente con su tradicionalismo sería que reivindicaran lo propio, remiten al cine visto en las salas, aquel en el que es necesario sacar una entrada para verlo. No se dice nada de las ventas de DVD, de las descargas en Internet, de la piratería y de las proyecciones en las cadenas de televisión.

Con unas cuentas o con otras, parece demostrado, sin embargo, que el cine español en pantalla interesa cada vez menos. Con la coartada de la calidad, discutible en cualquier caso, las producciones españolas se han encerrado en un manierismo espeso, limitado a tres o cuatro fórmulas -la guerra civil, el drama social y la comedia de costumbres- que, adocenadas por un talento generalmente dudoso y por la ausencia de una industria que identifique las preferencias del mercado, ha acabado por hastiar al espectador. A la vez, la capacidad de autocrítica y de superación de los estereotipos brillan por su ausencia. El cambio es urgente, porque no son las subvenciones las que van a llenar las salas para ver películas producidas en España.


CARTA A EL PAÍS DE UN

CINEASTA DEL PAÍS

por Álex de la Iglesia

Hace unos días tuve oportunidad de leer un artículo (sin firmar) en la página de opinión de este periódico [El Acento, 24 de enero de 2008] poniendo a parir al cine español en su conjunto, recomendándonos a todos poco más o menos que lo dejáramos y nos dedicáramos a otra cosa, que les haríamos un favor a los espectadores, hartos de nuestra torpeza. Si hablasen de mí lo entendería, porque para eso me pagan. Es mi trabajo y estoy acostumbrado. Pero lo que resulta indignante es que se juzgue con esa pasmosa ligereza a todo un gremio, a la profesión en su totalidad.

¿Se imaginan a alguien diciendo "todos los escritores de este país son aburridos", o "los pintores españoles cansan con sus cuadros de siempre", o "basta ya, por favor, de zapatos españoles, preferimos los italianos"?

Lo que realmente duele de estos palos no es la rotundidad con la que se formulan, sino todo lo contrario, lo alegremente que se escriben, como sin darles importancia. Da la impresión de que no afectaran a nadie. Y ahí se equivocan, porque el cine español no sólo somos cuatro torpes directores sin talento, sino cientos o miles de profesionales que viven de nuestras películas, muchas familias que tienen que buscarse la vida haciendo cualquier otra cosa, porque esto del cine cada vez se lo ponen más difícil.

Nadie nace sintiéndose parte de eso que se llama cine español. De hecho, cuando era joven era tan idiota que creía que mis películas iban a cambiar las cosas. Con los años he conocido a los profesionales que lo componen. Por eso puedo decir que estoy orgulloso de estar ahí, porque sé lo increíblemente doloroso que puede llegar a ser un rodaje, el milagro que supone el estreno de una película en un cine, y no digamos convertirla en un éxito.

Yo no puedo quejarme. Soy un privilegiado, pero intento no perder la perspectiva: amigos míos no tienen la suerte que yo. He visto películas magníficas que no duraban una semana en cartel y desaparecían para siempre. Por eso me gustaría comentar ese artículo. No sólo hablaba de mí, hablaba de amigos míos. Es cierto que no tengo ninguna necesidad. No es nuestro trabajo hablar de cine, sino hacerlo. Sin embargo, tengo la sensación de que es importante responder: si callamos parece que estamos de acuerdo, y os aseguro que no es así.

El artículo comenzaba hablando de cifras, y viene a decir que el cine español ha perdido 6,5 millones de espectadores. Estos datos dieron la vuelta a España en todos los periódicos. Lo gracioso es que, siguiendo esas mismas cifras, el cine "extranjero" ha bajado 12,5 millones. Casi el doble. O sea, que la noticia real es que todos los cines bajan, el francés, el inglés, el americano... No sólo el español, que curiosamente baja menos que el resto. Baja el cine porque todo el mundo tiene uno en casa, con Dolby Digital. El culpable es el DVD y las descargas por Internet, lo sabe todo el mundo. ¿Por qué cargar las tintas sobre el cine español? No lo entiendo.

Otra noticia falsa que nos tuvimos que tragar esos mismos días señalaba que la película más taquillera del año pasado fue Piratas del Caribe 3. Bueno, pues resulta que el Ministerio de Cultura no contabilizó los tres últimos meses (no me pregunten por qué). Contando el año entero, la más taquillera del año pasado fue una española, El orfanato, la espléndida película de Juan Antonio Bayona. ¿No es asombroso y terrorífico que nos echemos piedras a nuestro propio tejado?

En el artículo se menospreciaba, al mismo tiempo, el éxito de Javier Bardem y Alberto Iglesias con sus nominaciones a los Oscar, porque el trabajo de ambos "se enmarca en producciones hollywoodenses". ¿Menospreciarían los británicos el trabajo de John Hurt en mi película porque trabaja en una producción española? Además, ¿en qué industria cinematográfica han visto los americanos el trabajo de Javier y Alberto? ¿En la coreana? Dice el artículo "no es exactamente el cine español lo que se reconoce en los galardones". ¿Qué pasa? ¿Un actor o un músico español deja de serlo porque trabaja fuera? ¿Deja de ser español Fernando Alonso porque trabaja con Renault?

El último párrafo es realmente cruel. "Con unas cuentas o con otras, parece demostrado que el cine español interesa cada vez menos". Yo creo que está ocurriendo exactamente lo contrario, tras los últimos éxitos de El orfanato, El laberinto del fauno, Las 13 rosas, REC, y tantas otras, entre ellas la de un gordo impresentable que era número uno en taquilla el mismo fin de semana que se publicaba el artículo. Y después, ¿qué película era la más vista? Mortadelo, y no me parece precisamente una película extranjera.

Dice el artículo que nos limitamos a "tres o cuatro fórmulas" -la Guerra Civil, el drama social y la comedia de costumbres-. ¿Es eso cierto? Creo que no. No ahora. El cine de género ha vuelto, vemos películas de terror, suspense, vemos comedias y dramas, y además las nuevas generaciones apuntan alto: Los cronocrímenes, la estupenda película de Nacho Vigalondo, tiene dificultades para estrenarse aquí, en España, pero no para estrenarse en Estados Unidos. Las películas que se hacen en este país puede que sean mejores o peores, como todas, pero no son previsibles. No más que las de Hollywood, se lo aseguro, y si no pregúntenselo a Sandra Bullock. A todos nos gustaría poder ser igual de previsibles que Piratas del Caribe 3, pero no podemos porque necesitaríamos aumentar nuestro presupuesto unas cien veces para rodarla, y quinientas veces para promocionarla. Sin embargo, luego competimos en igualdad de condiciones y Jack Sparrow nos saca de los cines porque necesita nada menos que ochocientos cincuenta.

Pero actualmente, el cine que se hace en este país es muy diverso. El orfanato y La soledad compiten juntas en nuestros premios, y gracias a los académicos, la ganadora, cuya vida comercial en las salas había finalizado, puede tener una nueva oportunidad.

Una de las armas que a algunos periodistas les gusta utilizar es insistir en que el cine español está subvencionado, que malgastamos el dinero del contribuyente en tonterías que no interesan a nadie, que vivimos del cuento. Esto es injusto. Una vez decidí producir una película. Tuve que hipotecar dos veces mi casa para pagar los intereses de los créditos y así poder rodarla. Todavía tiemblo al pensar que puse en peligro a mi familia por una película. Para acabarla necesité seis veces el dinero que me otorgaba el Ministerio de Cultura. La subvención me llegó un año después del estreno, y con ella pagué lo que debía en hoteles y laboratorios.

Las subvenciones ayudan al cine, para eso están, como ayudan las que reciben los del teatro, los deportistas, los agricultores, los farmacéuticos o tantos otros. Pero no protegen. Yo no puedo comprar naranjas marroquíes en España, aunque se encuentren a 14 kilómetros y sean diez veces más baratas. Tengo que comprar naranjas españolas. ¿Se imaginan que ocurriera lo mismo con el cine?

Los productores en España se juegan la piel, como muchos otros profesionales, pero pocos son menospreciados en los periódicos como ellos. La gente no lo sabe, y por eso escribo este artículo. Creen que los del cine vivimos una fiesta continua, rodeados de canapés y champán. Y así debe ser, porque nadie va a ver una película de alguien que nos aburre con sus problemas.

Ahora bien, otra cosa es proyectar una visión malintencionada de nosotros. Lo que se decía en ese artículo sobre el cine que se hace en este país no es cierto. Y titular otro artículo "¿Por qué no gusta el cine español?" es tendencioso. Parece que existe la intención de darlo por hecho. Sería más respetable decir "¿Gusta el cine español?".

El público, a mi entender, y dicho desde la más profunda humildad, sigue apostando por nosotros. Nunca vamos a superar las cifras del cine americano porque literalmente es imposible, pero alguna que otra vez, gracias al público, lo conseguimos. Son algunos medios de comunicación (por razones que no voy a entrar a considerar aquí) los que intentan cambiarlo.

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viernes, 18 de enero de 2008

CARAMEL [Sukkar banat] de Nadine Labaki (2007) Líbano


ORIENTE (MUY) PRÓXIMO

Eloy Domínguez Serén


Oriente Próximo nos ha deleitado (e impactado) a lo largo del nuevo milenio con magníficos filmes (muchos de ellos de coproducción europea) que nos han abierto decididamente las puertas de un mundo del que en Occidente, a pesar de recibir a diario información casi exclusivamente de los capítulos más amargos que en él acontecen, todavía conocemos poco o nada. Se trata de un gesto apelativo, una apertura realizada desde dentro, invitándonos (y desafiándonos al mismo tiempo) a una inmersión en un contexto en el podemos ejercer de testigos de las diversas realidades sociales existentes en esta zona del planeta. Estas realidades vienen filtradas a través de una serie de autores que, a pesar de haber crecido y respirado en un mundo, en muchos aspectos, diverso al nuestro, tratan de narrar las vivencias de personajes con aspiraciones no muy lejanas a las de cualquiera de nosotros: buscar su lugar en el mundo y habitar en él del mejor de los modos posibles. Este es el caso de destacables obras de gran calidad como “Un tiempo para caballos borrachos” (2000), “Osama” (2003) (en este caso sería más correcta hablar de Oriente Medio), “Las tortugas también vuelan” (2004) o “Paradise Now” (2005). Sin embargo, todas estas películas tienen un intenso denominador común: se trata de historias terribles, desgarradoras, estremecedoras; auténticos dramas narrados con un aplastante sentido crítico y reivindicativo. Estos filmes ejercen de amargos espejos que reflejan y plasman realidades aterradoras, que azotan cíclicamente la conciencia del espectador occidental, requiriéndole que no olvide el drama que viven millones de personas que también coexisten en este planeta junto a él. Sin embargo, y paradójicamente, la afluencia de películas como estas hace necesaria también la llegada a nuestras salas de obras como la cinta libanesa “Caramel” (2007), film que, desmarcándose de la crudeza del registro de las anteriores, nos sumerge en la misma región del planeta a través de personajes cuyos miedos, esperanzas y sueños transcurren en un contexto, al menos en apariencia, menos próximo (que no ajeno) al peligro inminente de la guerra, la violencia extrema o las ocupaciones territoriales.

Este primer largometraje de Nadine Labaki, en el cual ha ejercido también de protagonista y coguionista, supone, a través de las historias de cinco mujeres que comparten retazos de sus vidas en el interior de un centro de belleza de Beirut, un hermoso acercamiento a una sociedad a mitad de camino entre oriente y occidente. El local en cuestión ejerce de testigo privilegiado de la convivencia de diferentes generaciones de mujeres libanesas, de sus relaciones, confesiones y ambiciones. Mujeres de no sólo diferentes edades, sino también de diversas condiciones religiosas, morales o sociales, que charlan desenfadadamente de belleza, matrimonio o sexo. Un microcosmo en el que el intruso masculino no tiene cabida (salvo en una divertida excepción), una isla femenina donde son ellas quienes tienen el poder. Cada uno de los personajes principales, interpretados por actrices no profesionales, deberá enfrentarse a sus propios fantasmas, ya sea la dura soledad producto de un desengaño amoroso, la batalla perdida contra el tiempo y el envejecimiento, la decisión entre la búsqueda de la felicidad o el sometimiento al peso de la responsabilidad o el miedo a contradecir unas convicciones sociales férreas materializadas en tabúes.

“Caramel”, que debe su título a la dulce mezcla de azúcar, jugo del limón y agua utilizada en la depilación en algunos países árabes, es una cordial muestra de cotidianeidad, amistad e intimidad. A pesar de significativas “advertencias” contra arcaicos aspectos culturales libaneses, el posible discurso de crítica social permanece tan sólo latente, cubierto bajo una superficie narrativa predominantemente afable. Todo el film cuenta con una estética visual potente, hermosa y cuidada, cromáticamente intensa e irradiante de sensualidad, encarnada en la voluptuosa Layale (interpretada por la propia Labaki) y su mirada magnética, intensa y hechizante, aunque siempre melancólica. Como en toda vida real, se suceden escenas entrañables, como la conversación simulada entre Layale y el benévolo policía o los románticos encuentros encubiertos entre Rima y su hermosa clienta, y escenas conmovedoras, como la esperpéntica prueba de casting de Jamale o la relación entre la costurera Rose y su hermana Lili. Como guinda al pastel, toda la obra viene acompañada de una dulce, suave y melódica banda sonora. Todos estos elementos hacen de “Caramel” un dulce de deliciosa degustación.

Título: Caramel

Título original: Sukkar banat

Dirección: Nadine Labaki

País: Francia, Líbano

Año: 2007

Duración: 95 min.

Reparto: Nadine Labaki, Yasmine Elmasri, Joanna Moukarzel,

Fotografía: Yves Sehnaoui

Guión: Jihad Hojeily, Nadine Labaki, Rodney El Haddad

Montaje: Laure Gardette

Música: Khaled Mouzannar



Eloy Domínguez Serén

Milán (Lombardía) - Italia

eloy_ds16@hotmail.com

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