jueves, 15 de octubre de 2009

ÁGORA (2009) de Alejandro Amenábar


EL CIELO SOBRE ALEJANDRÍA


Eloy Domínguez Serén

A pesar de que durante los últimos años se ha establecido una asociación implícita entre los términos ‘fundamentalismo’ e ‘islámico’, la definición de fundamentalismo implica todo posicionamiento radical que imponga los principios de una doctrina o ideología como inamovibles y absolutamente verdaderos. Así, aplicado a la religión, el fundamentalismo supone el sometimiento a la literalidad e infalibilidad de los libros sagrados. Esta intransigencia extrema es el detonante de la escena clave de Ágora, en la que Cirilo, obispo de Alejandría, lanza un durísimo alegato contra la mujer a través de la lectura de un pasaje de las sagradas escrituras.

Esta secuencia es el punto de confluencia de dos tramas que, hasta ese momento, habían avanzado de modo paralelo, aunque no estrictamente interdependiente. Por un lado, el progresivo alzamiento del sectarismo y fanatismo cristiano en la Alejandría del siglo IV d.C. Por otra parte, el retrato hagiográfico de una filósofa que dedica su vida a la astronomía. Por lo tanto, la importancia del discurso de Cirilo es la de aunar diferentes tesis expuestas en el film: la caída del esplendor clásico en detrimento del fanatismo religioso, la derrota del pensamiento empírico frente al fundamentalismo y el bloqueo a las libertades de la mujer a través de doctrinas intolerantes.

En los tres casos podemos establecer sendas analogías con preocupantes circunstancias actuales, incluso a través de la vigencia de acciones tan espeluznantes como la lapidación. En este sentido, la metáfora es irreprochable. Sin embargo, más allá de lo simbólico, ambas tramas se caracterizan por un tono frío, distante y excesivamente explicativo y didáctico. La historia no engancha ni emociona y difícilmente entretiene. La propuesta tiene la virtud de desvincularse de la mera espectacularidad de este tipo de superproducciones, pero tampoco resulta efectiva en su búsqueda de trascendencia. En este contexto, los personajes son un mero vehículo para articular la materialización de la barbarie, carecen de profundidad e imposibilitan la empatía, hasta el punto de que incluso la protagonista Hypatia (Rachel Weisz) se antoja apática.

En términos generales el resultado de Ágora es insuficiente y los trazos de genialidad que han definido a Amenábar a lo largo de su carrera apenas se contemplan en la majestuosidad con que se reconstruye la mítica Alejandría o la excelente ambientación del ocaso de una de las más esplendorosas civilizaciones de la historia de la humanidad.


Título: Ágora

Dirección: Alejandro Amenábar

Guión: Alejandro Amenábar y Mateo Gil

País: España, EEUU

Reparto: Rachel Weisz, Max Minghella, Oscar Isaac, Michael Lonsdale

Fotografía: Xavi Jiménez

Vestuario: Gabriella Pescucci

Duración: 126 min.

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