martes, 6 de octubre de 2009

EL SUR (1983) de Víctor Erice


EN EL NOMBRE DEL PADRE

Eloy Domínguez Serén


¿Es El Sur (1983), tal y como asegura su director, Víctor Erice, una obra inacabada? Sin duda. ¿Es, a pesar de ello, un film excelente? Absolutamente. Es imposible hablar de esta película sin referirse, inevitablemente, a la controversia generada por su tenso proceso de producción. No entraremos aquí a valorar las posibles causas que llevaron al productor de la película, Elías Querejeta, a poner punto y final al rodaje treinta y tres días antes de lo estipulado, impidiendo de este modo la filmación de la que habría sido segunda parte de la película o historia del sur. Del mismo modo, tampoco entraremos en el debate sobre si la parte del guión que nunca llegó a ser filmada habría sido imprescindible para completar la obra, tal y como sostiene su director y guionista, o si, por el contrario, lo que hoy conocemos como El sur es una obra coherente y estructurada de factura intachable, como argumenta el productor.

Lo que sí me gustaría, sin embargo, es reflexionar, a raíz de esta película, acerca de a quién corresponde la autoría de una obra cinematográfica. ¿Quién es el autor de El Sur? El primer paso a la hora de llevar a cabo un proyecto es, sin duda, la elaboración de un guión, en este caso una adaptación de la novela homónima de Adelaida García Morales. Tras una breve colaboración con Ángel Fernández Santos, la versión definitiva del guión fue elaborada en solitario por el propio Víctor Erice. Un guión, en palabras de Querejeta, demasiado extenso (casi cuatrocientas páginas) y, tal y como recuerda Carlos Saura, “muy hermoso, pero casi imposible de realizar”. El hecho de que el propio Erice fue el encargado del guión y realización de la cinta podría incitarnos a inclinar la balanza a favor de la autoría del director vizcaíno. Sin embargo, algunos aspectos de la producción del film podrían cuestionar esta afirmación.

Sería pertinente, llegados a este punto, referirnos a lo que Ángel A. Pérez Gómez escribió en Reseña acerca de esta película, sobre la que afirmaba: “el contenido narrativo de El Sur no contiene originalidad mayor. Lo que la convierte en obra importante es la forma en que está narrada (…) La intensidad de la emoción la transmite gracias a la luz, a las lentas transiciones (…) El aumento, la disminución, el cambio de luz dentro del mismo plano produce ámbitos mágicos. También la relación de los planos entre sí, por esa sintaxis peculiar, produce idéntico efecto. El ritmo, majestuoso y solemne, incita a dejar volar la imaginación, a que el espectador se impregne de ese algo inefable que las imágenes autorizan a adivinar”.

Si atendemos a la extensa cita de Pérez Gómez, podemos constatar que dos de los puntos más sobresalientes de la cinta son, según punto de vista, los referentes a fotografía y montaje, aspectos de los que se encargaron, respectivamente, José Luis Alcaine y Pablo G. Del Amo. El magnífico resultado de El Sur no habría sido posible sin el excelente trabajo de ambos. ¿A dónde quiero ir a parar? Una de las principales virtudes de Elías Querejeta ha sido siempre la de rodearse de algunos de los mejores profesionales del medio y, sobre todo, la de elegir siempre a la persona adecuada para cada trabajo. En el caso de El Sur, como hemos visto, las elecciones de Alcaine y Del Amo no podrían haber sido mejores. No en vano, ambos eran asiduos colaboradores del productor guipuzcoano y el propio Del Amo (tal vez el mejor montador de la historia del cine español) había llevado también a cabo el montaje de la anterior colaboración entre Erice y Querejeta, El espíritu de la colmena (1973).

El espíritu de la colmena supuso, en efecto, el debut en el largometraje de Víctor Erice y la segunda colaboración de éste con Querejeta, con el que ya había trabajado en Los desafíos (1969). Tanto El espíritu de la colmena como El Surpueden ser enmarcadas en una etapa de la filmografía de Querejeta caracterizada por la realización de un cine metafórico, estilizado, poético. De hecho, ambas películas guardan suficientes semejanzas como para ser consideradas dos obras complementarias. En ambos casos se tratan de los misterios de la infancia y del paso del tiempo, el declive de la figura del padre, el oscurantismo de posguerra española, los límites entre ficción y realidad, los amores perdidos nunca olvidados, la soledad. Las dos cintas se definen por una puesta en escena excelente, una fotografía bella e impresionista y un montaje pausado, reflexivo e inteligente. Además de Querejeta, Erice y Del Amo, también en ambos casos el encargado de la dirección de producción es Primitivo Álvaro, una vez más uno de los hombres de confianza de Querejeta.

Por lo tanto, nos hallamos ante dos películas escritas (la primera de ellas en colaboración con Fernández Santos) y dirigidas por Víctor Erice, pero cuya ejecución está sujeta, en gran parte, a los dictámenes de Elías Querejeta y a su acierto a la hora de conformar equipos humanos excelentes. Además, como el productor con fama de intervenir que era, y a pesar del innegable talento de Erice, a menudo era Querejeta quien tenía la última palabra en muchos de los aspectos de la producción. Por otra parte, si bien los principales temas tratados en ambas cintas fueron resultado de las inquietudes personales de Erice, no es menos cierto que también han sido abordados en otras producciones de Querejeta. Es el caso, por ejemplo, de Ana y los lobos (1973) y Cría cuervos (1975), ambas dirigidas por Carlos Saura y, en el caso de la segunda, protagonizada, al igual que El espíritu de la colmena, por Ana Torrent.

Por si esto fuera poco, no podemos olvidar que, para bien o para mal, el artífice último de lo que hoy conocemos como El Sur es Elías Querejeta. Suya fue la decisión de producir la cinta, pero también la de interrumpir su rodaje. En el film concebido por Erice, habría dos partes, una sería la ambientada en el norte (que fue la que se filmó) y una segunda parte ambientada en el sur que nunca llegó a rodarse. De haberse filmado esta segunda parte, el resultado final de la película podría haber sido mejor o peor, pero, está claro, se trataría de una película diferente a lo que actualmente conocemos como El Sur. Sin duda, un cuarto de siglo después, aquella decisión sigue considerándose conflictiva, drástica y polémica. De cualquier forma, el resultado de esta decisión fue, por un lado, una de las mejores obras cinematográficas de la historia de nuestro cine, pero, al mismo tiempo, el punto y final a una de las colaboraciones más sobresalientes de nuestra industria. Paradójico, ¿no es así?

España/Francia. Argumento y guión: Víctor Erice, a partir de un relato de Adelaida García Morales. Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Piezas de Ravel, Schubert y Granados, Montaje: Pablo G. del Amo. Producción: Elías Querejeta, P.C., TVE y Chloe Productions. Jefe de producción: Primitivo Alvaro. Duración: 93 min. Ficha artística: Omero Antonutti (Agustín), Sonsoles Aranguren (Estrella, 8 años), Icíar Bollaín (Estrella, 15 años), María Massip (Estrella adulta, voz en off), Lola Cardona (Julia), Rafaela Aparicio (Milagros), María Caro (Casilda), Francisco Merino (enamorado), José Vivo (camarero), José García Morilla (chófer), Aurore Clément (Laura-Irene Ríos), Germaine Montero (Doña Rosario).

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