miércoles, 24 de febrero de 2010

PRECIOUS / PRECIOSA - Precious: Based on the Novel Push by Sapphire (2009) de Lee Daniels


PASTICHE DE MELODRAMA MARGINAL

Julio C. Piñeiro

Cada vez que el cine independiente aborda el intento de reinventar o reciclar las tramas ultra rancias y mil veces vistas típicas de los telefilms de sobremesa de fondos marginales y supuesta crítica social, se encienden las luces de la esperanza ante la expectación de ver con qué maestría el cineasta de turno evita los tópicos más facilotes y la lástima más gratuita.

En esta tendencia encontramos un exponente reciente que causó agradables sorpresas: Juno de Jason Reitman, un gran ejemplo de que con códigos visuales indies no demasiado relamidos, sin la (casi siempre) inmoral intención de hacer sentir culpable al espectador por unos instantes y sobre todo con la frescura narrativa y dialéctica de un cineasta original, se puede dar la vuelta a la tortilla de una trama mil veces repetida, con admirable resultado.

Lamentablemente, no es el caso de Precious. Lugares más comunes que nunca (bastante impertinente la lectura de la homosexualidad en boca de las protagonistas), pequeñas prolepsis de corte onírico muy reconocibles (que le quedaban mucho mejor a Bigas Luna en Yo soy la Juani, una especie de versión choni y barriobajera de Antoine Doinel), un estilo que recuerda al Almodóvar más casposo con vicios del Spike Lee más inmaduro (la voz en off comienza a chirriar demasiado pronto), o una estética de la marginalidad que en ocasiones aprieta, pero nunca ahoga.

Quizás lo peor sea que el director, aunque inicialmente manifieste sus intenciones de no recurrir a una visión lastimosa y lacrimógena, pese a haber creado un microcosmos peor imposible, no logra finalmente escapar de sus propios obstáculos justo en los momentos clave, llenando de pucheros y condolencias los puntos más álgidos de la trayectoria dramática.

Llaman la atención, en el buen sentido, los cameos de una afeada Mariah Carey, que lo intenta, y de un poco reconocible Lenny Kravitz, en las antípodas de figura musical.

Lo más destacable es la interpretación de Mo’Nique, que quedará la representación más oscura y denigrada de la figura materna que se podrá recordar en mucho tiempo. Todo un túnel sin retorno, colmo del pesimismo, el derrotismo, el desasosiego, la carencia de amor propio y la pesadilla de la rutina, sin la más mínima concesión o invitación a la esperanza.

Precisamente el desprenderse completamente de esa némesis y hacerse por fin cargo de sí misma y de sus prematuras criaturas se destapa en el tercer acto como la auténtica meta para Precious, la verdadera solución a su aparentemente infinita espiral de dolor. Esta visión de la emancipación parental como única salida posible concluye con un plano final típicamente chaplinesco, conducente a un escenario difícil pero con lugar para la esperanza. Una conclusión pseudo-redentora que al menos nos deja la sonrisa en la cara al acabar este relato tan lleno de tópicos como de buenas intenciones.

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