jueves, 5 de agosto de 2010

LAS VIDAS POSIBLES DE MR. NOBODY / Mr. Nobody (2009) de Jaco Van Dormael


¿BASTA UNA SOLA VIDA?

Julio C. Piñeiro

Podemos llegar a pensar que esto ya es novedad, que este tipo de artificios visuales y narrativos con espíritu humanista y existencial ya están demasiado vistos. Pero pese a que podemos apreciar e identificar aspectos y conceptos ya copados en conocidas películas ya elevadas a la categoría de culto, la manera en que Las vidas posibles de Mr. Nobody les da forma, conjunta y jerarquiza, le otorgan un carácter único y distinguible.


Enseguida nos vienen a la cabeza el romance circular de Los amantes del círculo polar, la incertidumbre existencial de Abre los ojos, la fábula minimalista y vintage de Amélie, el relato de una vida extraordinaria como en El curioso caso de Benjamin Button, el desdoblamiento biográfico de Dos vidas en un instante, el onirismo laberíntico y metalingüístico de Charlie Kaufman, Michel Gondry o Spike Jonze, o incluso la transfiguración cósmica de 2001: una odisea en el espacio. Al mismo tiempo, el intentar abarcar, en su medida respectiva, estos diferentes aspectos, aunque a su modo, hace soplar ligeramente el viento en contra, y el resultado, nada desdeñable por otra parte, no sabe tan redondo como el de la mayoría de los precedentes mencionados.

La película parece estructurada como si de unos apuntes de física cuántica se tratasen, introduciendo en la trama, de manera más o menos explícita, conceptos tan dispares, aunque no contradictorios, como las paradojas temporales, el principio de entropía, la serendipias o el efecto mariposa. Al lado de todo esto, las experiencias de Desmond Hume o los diarios de Daniel Faraday serían unos meros cuadernos de parvulario.

Si a esto último, le unimos el gusto del autor por jugar con sus universos diegéticos, realizando continuos saltos de nivel que sobrepasan, en intensidad y cantidad, a los del mismo Cortázar, la lectura del film se hace a menudo confusa, el espectador se puede perder con facilidad, y en definitiva, se antoja imposible, al menos en los primeros visionados, elaborar una teoría unívoca y definitiva de la película.


Con todo, el espectador puede perder el rumbo en varios momentos, pero nunca llega a naufragar. Y aunque la naturaleza de la historia parezca el perfecto pretexto para un experimento visual y narrativo, aquí el contenido, aunque discontinuo, fragmentado y disperso, manda sobre la forma. De esta manera, con golpes de efecto emocionales y momentos dramáticos (con excesos ocasionales de edulcorantes), la audiencia tiene cabos a los que aferrarse y no patinar en una estructura tan inestable.

Esta atrevida y arriesgada (aunque no necesariamente novedosa) propuesta narrativa tiene su propósito central y primordial en ilustrar, de la manera más sincera posible, la dimensión poliédrica de las experiencia vital, a través del relato biográfico del último ser que escapa a la condena de la inmortalidad, de la atemporalidad, pero que al mismo tiempo, inserta su línea vital en una temporalidad más inestable y discontinua que nunca, con una poligamia a tres bandas como vehículo sentimental.

Se muestra en todo su esplendor la complejidad de la mente humana, centrándose en sus propiedades más complicadas, pero al mismo tiempo maravillosas: la la imaginación y la memoria. Así como otros aspectos, transversalmente presentes durante todo el relato, como son la transcendencia de las decisiones en un vida mortal, temporal, con un final, pero sin dar carpetazo a las segundas oportunidades. Y en definitiva, la banalidad y trivialidad de la identidad con respecto a las vivencias, del ser con respecto a lo que se ha vivido.

La imprescindible compañera de viaje de esta fórmula narrativa es una estética videoclipera,que, sin malas intenciones, llega a chirriar por momentos, cuando a la confusión de la estructura se le une la saturación visual. El uso recurrente de aceleraciones y duplicaciones denota una profunda influencia de Spike Jonze y Michel Gondry, que por poco no alcanza la categoría de homenaje. De manera más específica, la concepción visual bebe también de cierta estética publicitaria contemporánea, en especial de la que ha caracterizado en los últimos años las campañas de Ikea.

Todo ello aderezado por una eficaz banda sonora, que complemente una partitura bastante melódica con la introducción de temas tan míticos como la vida misma: desde la tradicional Mr. Sandman hasta el ocaso ochentero de Where's my mind, pasando por la nostalgia de Buddy Holly y su Everyday o la militancia optimista de 99 Red Balloons.

El resultado final, aunque muy positivo, queda hasta cierto punto lastrado por un espíritu demasiado meloso por momentos y un excesivo, digamos, “matrioskismo” (cuya máxima expresión es la pasada de rosca Synecdoque: New York, debut de Charlie Kaufman en la dirección) que redunda en una cierta ofuscación en el espectador, innecesaria. Pero con todo, se trata de un título muy interesante, digno de varios visionados y que dará mucho que hablar en los próximos años.


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4 comentarios:

Isabel dijo...

La vi hace unas semanas mientras viajaba en tren (obviamente no fue una de las elegidas por RENFE) y desde la primera escena supe que era un ejemplo de ese cine que aunque no sea necesariamente una obra maestra aporta algo nuevo, y te deja un tiempo pensando en que si tienes la oportunidad de ver la película en otro lugar y en otro momento, seguro que no resulta la misma ni de lejos.
Me gusta vuestra crítica. Y me gusta Diane Kruger en la película.

Julio C. Piñeiro dijo...

Claro que sí. Aunque no llegue al nivel de los títulos de los que bebe, pasará mucho tiempo antes de que haya una teoría definitiva de esta película, si es que alguna vez la hay.

Anónimo dijo...

Yo creo que aquellas cosas que se nos vienen a la cabeza de esas otras películas, aquí son representadas magistralmente. Prefiero el exceso de dulzura al de frialdad (como el de Los amantes...).
Las expresiones como "el espectador puede xxxx" de la crítica no me gustan, toda vez que "el espectador" puede verla de mil formas, así como la he visto yo sin cansarme ni perderme en lo más mínimo (y habiendo visto además la más larga versión del director, y con excelente calidad de imagen y sonido -Isabel lo tuyo es un sacrilegio al cine :P mirala de nuevo!!). O es un intento falso de ponerse en el lugar de otro, o estás escribiendo como gusta hablar Maradona, en tercera persona para referirse a sí mismo.
Bueno, no sigo, pero sólo señalo que todos esos lazos que se puedan ver con respecto a otras cosas (hasta publicidades de Ikea dices, vaya!), sólo pueden verse de tal forma rompiendo los lazos propios al interior del film que les dan su significado, y en todo caso pensar a partir del mismo la relación con aquellos, es decir, su manifestación refleja, o su superación incluso paródica.
Termino... no sé en qué punto andas necesitando una "teoría definitiva" sobre el film. Creo que da para pensar muchas cosas, pero que es bastante simple -y en ese ir y venir está su belleza.
Saludos anónimos ;)

Julio C. Piñeiro dijo...

A ver, si al contrario: me parece algo muy positivo que no haya una "teoría definitiva" de una película. Así es como se crean los debates interesantes.

Claro que cada espectador es un mundo, pero siempre (o casi siempre) se pueden advertir los modos en que un cineasta emplea el lenguaje pensando en el espectador, así como cientos de teorías de la narración basadas en la percepción. No creo que en ningún momento haya intentando sentar cátedra: no es lo que pretendo.

Además, como dice Isabel, la percepción cambiará, sí o sí, en cada visionado de la película.

A mí esta película, al contrario que las que menciono al principio, sí me saturó en ciertos momentos, aunque, desde luego, no hasta el punto de "Synecdoque, New York".

Bueno, gracias por tu comentario.