EL EFECTO RASHOMON
Julio C. Piñeiro
VI. Más allá del efecto Rashomon: discontinuidad en los universos narrativos.
1. Carretera perdida: ¿Fred o Pete?
Podría haber elegido Cabeza borradora para continuar el análisis de este tipo de discontinuidad, ligada al surrealismo cinematográfico y a la obra de Buñuel, por tratarse de una propuesta bastante seguidora de esta tendencia, ya desde el comienzo. Pero prefiero pasar a hablar de dos films posteriores que, por el contrario, empiezan como películas “normales”, al menos en el sentido de fijar de inicio unos protagonistas y unos lugares más o menos estables y presentados de una forma inmediata y fácilmente asimilable.
La primera de ellas es Carretera perdida, realizada en 1997.
Comienza con un interfono en el que se escucha “Dick Laurent está muerto”. El protagonista (Fred, en la piel de Bill Pullman), sale a la ventana y no ve a nadie. Seguidamente se termina de presentar a los protagonistas: Fred, del que ahora sabemos que se gana la vida como músico de jazz, y su mujer (Renee, Patricia Arquette). El lugar: su casa. La situación: una incipiente crisis matrimonial, debida a la insuficiencia sexual del hombre y a sus celos.
Poco después, reciben un par de cintas de video, en las que se ven imágenes del exterior de su casa, en la primera, y del interior, en la segunda. Estamos sin duda ante un film de misterio, un thriller. Hasta ahora todo tiene o puede tener una lógica.
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