EL MAESTRO DE LA SUGESTIÓN
Maximiliano Curcio
Es el gran manipulador, el rey del suspense, amo y señor de la sugestión. Los autores de Cahiers du Cinema lo encumbraron con numerosísimos ensayos y, como primera fuente del corpus de la crítica establecido en los años cincuenta como genero periodístico, han guardado a Hitchcock un lugar en el privilegiado Olimpo de sus intocables. Desde Truffaut, pasando por Rohmer y llegando a Bazin, los críticos de la revista francesa le han dedicado cientos de páginas alabándolo. La corriente británica de Wood y Perkins también se han centrado en analizar su obra. Sus obras, universalmente reconocidas, están entre las más grandes películas de todos los tiempos, obras con la fuerte impronta de su director, a través de las cuales puede llegar a entenderse, a comprenderse, a vislumbrarse la profunda, coherente y comprometida visión de este cineasta, así como el innegable aporte cinematográfico que dejó su notable legado. Alfred Hitchcock marcó a fuego un hito imprescindible en la historia del cine.
Tanto Psicosis como Vértigo constituyen dos obras cumbre en la filmografía del gran maestro del suspense y son consideradas una pieza de gran importancia tanto a nivel histórico como artístico para la cinematografía mundial. Toda la obra del británico gira en torno al dilema de la identificación, una condición en la que Hitchcock encuentra la densitud moral y ética de sus películas a través de su propia identificación con los personajes de su creación. Son estos algunos de los procedimientos que definen el cine de Hitchcock y por el cual se puede encontrar en él un sólido autor, de una visión coherente del mundo, cuyo genio vislumbró las más apasionantes historias de ficción que enriquecieron el género del suspense y que, a su vez, se extiende a otras obras de gran relevancia en las que el cineasta prolongó las obsesiones, temáticas y visiones omnipresentes en Psicosis (Psycho, 1960) y Vértigo (1958).
Es interesante observar, para poder comprender a Hitchcock mejor, las íntimas obsesiones de este realizador, plasmadas en su obra a lo largo de los años: sus dilemas morales, sus recuerdos de infancia, su formación religiosa, su relación con sus actores. Y, para entender esta simbología, habría que visitar toda la filmografía del director y observar en Hitchcock la recurrencia llevada al paroxismo en el pensamiento propio y ejemplificado a lo largo de diversas temáticas. Sólo de este modo podemos advertir la arquitectura de la estructura de un film o de un conjunto de films de un autor, así como leer la puesta en escena de un film, ya que allí podemos hallar la clave del pensamiento de un director, y no en la narración, ya que ésta llega al espectador común de un modo explícita y no implícito. Esto se ve reflejado en el momento en el que Hitchcock decide planear cómo abordar la historia: qué estilo adopta, siendo la historia sólo un soporte, es decir, una excusa para contar otra cosa, qué es la visión del mundo de un artista, sus obsesiones, sus problemáticas, su ideología entendida en su mirada del mundo, esa visión se transmite a partir de la puesta en escena, es decir, la forma cinematográfica elaborada con los elementos que cuenta a su disposición.
Es visible en la obra de Hitchcock la variante religiosa que aborda para analizar los detalles del procedimiento cinematográfico donde ahí se encuentran temas y obsesiones del director, como el citado caso de la identificación. A través de sus personajes analiza los procedimientos que construyen la identificación y los despliega minuciosamente para formar su idea y que nosotros como audiencia interpretemos el contenido y tema de la película, es por eso que los films de Hitchcock traen aparejada la efectiva complicidad del espectador con las prácticas éticamente cuestionables o psicológicamente aberrantes de sus personajes. Hay una manera particular de filmar para este estilo manipulador de Hitchcock puede ser visto de manera pragmática con el solo pretexto de disimular clisés del guión, pero que tiene implicaciones mas profundas, como la distorsión de sus personajes y el efecto preponderante de la identificación mas allá de la puesta en escena o el uso de planos casi caprichoso, como se ve en Notorious (1946).
Si nos identificamos con un personaje, estamos tan cerca de él que no podemos juzgarlo. Para entender esta simbología habría que recurrir a las otras obras del director y observar en Hitchcock la recurrencia llevada al paroxismo en el pensamiento religioso ejemplificado en temáticas recurrentes como el blanco y negro o la luz y la oscuridad como implicancia para la religión Católica, la culpa y el castigo, aunque cabe destacar que el aspecto religioso nunca esta puesto como tema central a excepción de Mi Secreto me Condena (Yo confieso en España y Mi pecado me condena en México). La complejidad o la ambigüedad en Hitchcock lo manifiesta como no como un traductor tradicional o convencional del pensamiento de la iglesia, sino que para él es algo más profundo y conflictivo.
Otro aspecto importante a considerar y también plasmado de forma evidente en estos films citados es la eterna comunión con su público, simbiótica, mimética, a quién a manera de imán se sentía atraído por los films de Hitchcock quien contaba con la virtud de manipular el pensamiento de su audiencia. Un director puede establecer una relación autoritaria o jerárquica al extremo en relación al publico, pero eso dependerá en como construye la puesta en escena. Hitchcock sin dejar de expresar una ideología sobre su visión del mundo deja este aspecto a la libertad de interpretación del espectador o expresan cierta ambigüedad, buscando por ejemplo un espectador mas activo, provocándole y dándole lugar a cuestionar a sus personajes.
Por otra parte, otros directores que aprendieron, adoptaron y modificaron la técnica de filmar de Alfred Hitchcock, acrecentaron aun más su mito y leyenda, que lo consagra como uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Profundizando en su filmografía y sus temáticas e intentando relacionarlas con otros films del director, partiendo desde las influencias cinematográficas de Hitchcock se encuentra que desde sus comienzos y con films de otros directores que aprendieron, adoptaron y modificaron la técnica de filmar de Hitchcock y su impronta que lo consagran como uno de los mas grandes directores de todos los tiempos, como el cine de Brian De Palma o Claude Chabrol, estilísticamente diferentes, pero con reminiscencias muy marcadas.
Hitchcock es un cineasta que como pocos ha dejado una impronta innegable. Ha marcado la época y los ritmos de un genero como el del suspenso a fuego y muchos cineastas han tratado de renovar las tendencias innovadas por Hitchcock, de adaptarlas a los tiempos, o de continuar su obra aspirando a ser discípulos del gran maestro, mientas que muchos otros se han cansado de reivindicarlo concediéndole en sus films guiños a los climas hitchcockianos, o rindiéndole pequeños homenajes con reminiscencias de su obra. Brian De Palma lleva al extremo la sugestión tan mentada que Hitchcock ejercía sobre su audiencia, filmando con planos medios y primeros planos, en constante choque con la trama tan delirante y la psicología tan perturbada de sus personajes. De Palma se dedico a profundizar su visión sobre temáticas que Hitchcock planteo en Vértigo (el amor después de la muerte), La Ventana Indiscreta (el voyeurismo como placer sexual culpable) y Psicosis (la consecuencia de la sustitución de personalidad). Lo que hace De Palma es aplicar rasgos estilísticos y temáticos de Hitchcock en otro contexto. Vestida para Matar (Dressed to Kill, 1982), El Sonido de la Muerte (Blow Out en España), Doble de Cuerpo (Body Double, 1984), Demente (Risinig Cain, 1992) y Mujer Fatal (Femme Fatale, 2002) son sus films más reivindicatorios y extremistas a la vez.
La literalidad de Van Sant en la remake de Psicosis (Psycho, 1998) es contraria a De Palma que sintetiza, manipula, tergiversa el material original. Van Sant se dedico a copiar plano por plano la grandeza realizada por Hitchcock en Psicosis, para mostrar un claro ejemplo de lo dañino que es para el cine en cuanto a originalidad creativa esta reciente e incipiente moda de reciclar clásicos a primera vista intocables. Si bien Claude Chabrol se ha mostrado semejante a Hitchcock como un estudioso de la psiquis humanas y sus trastornos y reacciones en el limite de la moralidad como lo son Bodas Sangrientas (Les noces rouges, 1973) e Inocentes con las Manos Sucias (Les innocents aux mains sales, 1975) o se ha mostrado implacable en desnudar los vicios y amoralidades de la clase burguesa como Hitchcock lo hiciera Gracias por el Chocolate (Merci pour le chocolat, 2000), La Flor del Mal (La fleur du mal, 2003) y La Dama de Honor (La demoiselle d'honneur, 2004). En cuanto a la caracterización de sus personajes es mas cercano a Lang, que expone que todos tenemos adentro una bestia, un asesino: como en El Carnicero (Le boucher , 1970) que humaniza al asesino y muestra sus motivaciones. Curiosamente Hitchcock admiró a Lang y fue muy influenciado por el director alemán.
Abordando un amplio rango de su filmografía y desde la profundidad y la calidad de esta, el objetivo de este análisis es desprender la temática contenida en las aristas mencionadas, yendo de lo mas general a lo mas especifico: su estilo único, su legado cinematográfico, su identificación con el publico, sus obsesiones que son su marca de autoría, los cineastas que lo imitaron, como sus películas se convirtieron en iconos de su filmografía y trascendieron épocas. Por como rompió barreras, por como instauró estéticas y lenguajes cinematográficos, en definitiva, ha sido un cineasta sobresaliente como pocos, ambiguo, profundo, personal y conflictivo. Sus más grandes obras condensan en la máxima expresión de su talento la autoría de un cineasta completo como pocos y en dominio absoluto de los elementos narrativos, visuales y de género que manejaba.
1 comentario:
Grande entre los grandes Hitchcock, lo admiro profundamente.
Quería hacer una pequeña aclaración: en un momento se menciona "Psicosis (Psycho, 1998) y Vértigo (1960)", y la primera es en realidad del año 1960 y la segunda de 1958.
De todas formas, muy buen artículo
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