EL DUEÑO DE MI DESTINO,
EL CAPITÁN DE MI ALMA
Eloy Domínguez Serén
Cahiers du cinéma. España publica este mes su lista de los quince directores más relevantes de la pasada década, cuyo podio encabezan tres cineastas tan diferentes como los estadounidenses Gus Van Sant y David Lynch y el portugués Pedro Costa. Sin embargo, desde mi modesto punto de vista, el cineasta más solvente del primer decenio del siglo XXI ha sido el incombustible maestro Clint Eastwood.
El actor y director californiano no es uno de los autores más influyentes del momento, en gran parte como consecuencia del clasicismo que le caracteriza, pero considero que la suya ha sido la trayectoria cinematográfica más eminente de los diez últimos años, con films formidables como Mystic River (2003), Million Dollar Baby (2004), el díptico Banderas de nuestros padres-Cartas desde Iwo Jima (2006) o Gran Torino (2008). Ningún otro realizador ha logrado mantener una cota tan alta con tanta regularidad.
Con la entrada en la nueva década el cineasta (casi) octogenario ofrece un significativo cambio de registro a través de Invictus, una anomalía en la filmografía de su director si atendemos al espíritu triunfalista e, incluso, idealista, de esta obra.
Tal vez Invictus no sea una película extraordinaria, pero sí es una historia extraordinaria narrada de un modo extraordinario. Eastwood se apoya en la novela El factor humano, de John Carlin, para relatar con maestría y solidez uno de los episodios más admirables de la reciente historia contemporánea: el fin del apartheid y la transición de Sudáfrica hacia un camino de reconciliación entre blancos y negros. Este proceso es inherente al nombre de Nelson Mandela, premio Nobel de la Paz en 1993.
Este proyectó nació del empeño de Morgan Freeman por llevar la biografía de Mandela a la gran pantalla. Tras años de búsqueda, Freeman halló en el libro de Carlin un marco ideal a través del que retratar el carácter sagaz, perseverante, persuasivo y optimista de Mandela: la celebración en Sudáfrica del mundial de rugby de 1995, que sirvió al entonces presidente sudafricano para fortalecer un proyecto político fundamentado en la reconciliación y la unidad dos comunidades históricamente enfrentadas.
A pesar de que Invictus se antoja inevitablemente previsible e imperiosamente emotiva, su mensaje convence, persiste y conmueve. Uno sale de la sala tan convencido como Matt Damon, capitán del equipo de rugby de los Springboks, de la veracidad de los versos del poema que titula el film: “soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma”.
FICHA TÉCNICA
Título: Invictus
Dirección: Clint Eastwood
Guión: Anthony Peckham, basado en la novela El factor humano, de John Carlin
País: Estados Unidos
Año: 2009
Duración: 133 min.
Reparto: Matt Damon, Morgan Freeman, Scott Eastwood, Langley Kirkwood
Guión: Anthony Peckham
Fotografía: Tom Stern
Montaje: Gary Roach, Joel Cox
3 comentarios:
Primero de todo, no sale un solo capitán de futbol en toda la película.
Segundo, totalmente de acuerdo en la valoración que hace de Clint Eastwood... A este paso va a conseguir que le perdone por el bodrio aquel de Los Puentes de Madison, traicionando toda una vida siendo ejemplo de masculina virilidad y compostura...
Tercero, que me parece que esta película tenían que verla muchos españoles. La parte en la que explica Morgan Freeman por qué en el país se necesita a todo el mundo y que lo único que se consigue intentnado humillar y anular al contrario cuando lo has derrotado es justo lo contrario.
Tienes toda la razón, no es el capitán del equipo de fútbol sino del equipo de rugby.
Por otra parte, también estoy de acuerdo contigo en cuanto a lo imprescindible de aplicar en nuestra sociedad el mensaje que transmite esta película: el perdón y la reconciliación son las únicas vías válidas hacia la paz.
Gracias por tu comentario
A mí me pareció que intentó mezclar demasiadas cosas y se notaba que era un encargo con cierto tipo de directrices.
Técnicamente me parece muy buena, haciendo algunas apuestas en cuanto a planos bastante atrevida para lo que es Clint y la foto como dices muy buena, tanto por los paisajes de Sudáfrica como por cierta escena "nocturna".
Por cierto, en realidad no hay un buen retrato ni político ni humano de Mandela, porque como político sólo se centra en su utilización como vehículo de unificación el Rugby pero de las medidas políticas, sociales y económicas no se habla en ningún momento, y sobre el apartado humano también falla porque se le presenta como un "semi-dios" sólo hacíendole humano con algunos clichés como "el hombre abandonado por su familia", "su familia es el pueblo de Sudáfrica", etc..
@Gorila Sin pelo: Tampoco es un pasaje ejemplar para ver si algunos se dan por enterados, además seguramente lo obviarían porque están mucho mejor como están...sólo algunos claro, otros muchos también queremos que se den cuenta.
Un saludo.
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