miércoles, 21 de abril de 2010

MUERTE EN VENECIA - Morte a Venezia (1971) de Luchino Visconti


LA ÚLTIMA MIRADA
DE GUSTAV

Blanca Paz García

"Quien ha contemplado con sus ojos la belleza ya está condenado a morir” esta cita fue una de las más mencionadas y representativas del cine de Visconti y en esta última escena de Muerte en Venecia lo representa visualmente de una manera espléndida.
Esta película es una de las más importantes de su director, dentro de las creadas a través de la adaptación de una novela literaria, sin obviar la importancia de El gatopardo (Il Gattopardo, 1963). Muerte en Venecia es una adapatación de la novela corta La muerte en Venecia (1912) del escritor Thomas Mann. El cineasta de la manera más elegante, supo mostrar las costumbres de la alta sociedad europea de principios de siglo enmarcada en el lujoso hotel donde transcurre gran parte de la acción.
El argumento se basa en la decadencia del protagonista Gustav Aschenbach, un compositor de música que viaja a Venecia para desconectar de su vida tras el dolor que le ha producido la reciente muerte de su única hija, el fracaso de su matrimonio y su evidente e inevitable vejez con los consecuentes problemas de salud.

La ciudad italiana es el reflejo del propio protagonista ya que también se encuentra en una profunda decadencia en la que un cambio en la sociedad se respira en el ambiente de igual manera que la epidemia que se extiende por la ciudad... La muerte, tanto del protagonista como de Venecia, está presente como una sombra durante todo el metraje. Allí, en el hotel, Aschenbach queda prendando de un adolescente polaco de una belleza angelical llamado Tadzio.
A partir de ese momento, todos sus esquemas se derriban ya que es condenado a sus encantos y su trágico destino es inevitable. Poco a poco lo asume del mismo modo que acepta su propia figura, convertida en un títere grotesco y ridículo de un hombre mayor enamorado de un adolescente por el que sus ideales de belleza, fundada en el intelecto, cambian al conocer Tadzio ya que a partir de ese momento encontrará la belleza en la sensualidad y espontaneidad.

Con toda esta combinación de elementos, Visconti nos habla de la nostalgia de un ideal perdido, de un deseo de belleza imposible. Venecia se convierte en la protagonista real, y su importancia radica en la siguiente paradoja: ciudad imagen de la belleza y, al mismo tiempo, de la muerte.
En la escena final el protagonista acude a la playa a observar por última vez al joven. Sentado en la hamaca, observa como Tadzio en la arena tiene una pelea con uno de sus amigos. El protagonista intenta actuar pero ya no tiene fuerzas para ello, sólo le queda desesperarse. Finalmente, Tadzio sale de la pelea y anda hacia el mar. Su figura, a contraluz, se convierte en una silueta que representa la belleza absoluta. En el plano en el que Gustav observa al niño Visconti nos muestra los dos mundos distintos: Tadzio en el mar, lejano en el horizonte, cercano al cielo señala con el brazo un punto misterioso; Gustav sentado en la hamaca moribundo, sobre la arena, es decir sobre la parte terrenal del Universo observa a su ángel.
El tinte y el maquillaje se empiezan a derretir y a caer por su cara, así Visconti humilla aún más al protagonista, en cierto modo culpándole de su poco atrevimiento y condenándole a ser una figura grotesca y ridícula. Una cámara de fotos con un trípode separa en el plano a Tadzio del protagonista, señalando y subrayando ese carácter de ilusión y de fantasía en la manera en que Gustav ve y ama a Tadzio, de una manera fuera de la realidad.
Este final nos resume todo lo relatado durante la película: la búsqueda de la belleza idílica es inalcanzable (tal como vemos el compositor no se puede acercar a Tadzio a pesar de sus intentos); y no sólo eso, sino que el intento de acercamiento causa la autodestrucción.
Por otra parte, la música durante toda la película y especialmente en esta escena delata la presencia de Visconti en la dirección ya que fue conocido por darle un nuevo significado a cada pieza que utilizaba en sus películas y por su afición a la ópera. Aquí se escucha la quinta sinfonía de Gustav Mahler que la escuchamos durante varias veces en el filme dotándolo de sentido rítmico.
Con este final, volvemos a la frase que resume una de las facetas del pensamiento del director italiano: “Quien ha contemplado con sus ojos la belleza ya está condenado a morir”: el protagonista ya ha contemplado lo que para él es la belleza absoluta: Tadzio en el mar iluminado por el sol de la mañana: en ese momento, el músico muere en paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo que se trata, de una forma simbólica, de la representación de los anhelos, las frustraciones y las preocupaciones de cualquier persona madura que ve cómo se acerca su fin. El fin de la vida, de la juventud, de la capacidad de crear, de la capacidad de ser amado. Refleja todos sus defectos en una persona, en un ser, que tiene todo lo que él ha perdido y que, sobre todo, tiene toda la vida por delante. La belleza lo resume todo, el amor, la juventud, la creatividad, la capacidad de atraer la luz, el sonido y las personas.