EL PASADO NO ES MI
JURISDICCIÓN
Eloy Domínguez Serén
Un hombre sexagenario garabatea un cuaderno al que faltan gran parte de sus páginas. Las bolas de papel amontonadas en su papelera evocan desordenadamente los recuerdos más dolorosos de su vida. Ahora, sentado en su escritorio, al igual que el protagonista de Deseando Amar “recuerda aquellos años como si mirara a través del cristal de una ventana cubierta de polvo”. En el fondo del baúl de la memoria se oculta aquello que nunca quisimos que hubiese estado allí.
La primera secuencia de El secreto de sus ojos nos sumerge de lleno en la memoria de Benjamín Espósito, un lugar donde los recuerdos se funden y confunden con recuerdos de recuerdos. Espósito ha trabajado durante toda su vida en un juzgado penal y, ahora que se ha jubilado, es incapaz de dar un paso hacia adelante sin mirar hacia atrás y observar las huellas de un largo sendero de incertidumbre. Treinta años antes fue engullido por un brutal caso de violación y asesinato que envolvió en la oscuridad a quienes trataron de arrojar luz sobre él.
La última película de Juan José Campanella es una precisa pieza de relojería en la que cada uno de los mecanismos que la conforman queda perfectamente ensamblada en su soberbio guión, especialmente astuto en sus brillantes diálogos plagados de dobles significados. Las manecillas giran aquí en espiral en torno a círculos concéntricos que absorben al espectador trasladándolo con temple del presente al pasado y viceversa. Y todo ello envuelto en la fascinación por el poder de la mirada para hablar, amar, venerar, castigar o delatar.
La arquitectura de los personajes hace gala de una magnífica capacidad para penetrar, comprender y conmover. Ricardo Darín es magnético dando vida a las dos versiones de Espósito: el honesto policía de mediana edad que ha tocado un bajo techo en un apático juzgado penal y el viejo zorro reflexivo y obstinado que se enfrenta a sus antiguos fantasmas con pluma y papel. Junto a él, dos actores en estado de gracia: Soledad Villamil, en el papel de la tenaz y aguda instructora Irene Menéndez Hastings y, sobre todo, Guillermo Francella, impresionante como el fatigado, derrotado y alcoholizado Sandoval.
El secreto de sus ojos plantea una interesante lectura sobre el peso del pasado: la vida da segundas oportunidades a quienes deciden tomarse la revancha, pero el precio es demasiado caro y no siempre vale la pena.
YO NO SÉ QUÉ ME HAN
HECHO TUS OJOS
Maximiliano Curcio
Adaptando la novela de Eduardo Sacheri La Pregunta de sus Ojos, el film ratifica el cine de gran calidad que ha caracterizado a Juan José Campanella, un cineasta con una vasta y extensa obra. El punto culmine de su trayectoria es el Premio Oscar alcanzado gracias a El Secreto de sus Ojos, el segundo galardón que Argentina obtiene en su historia –luego de La Historia Oficial de Luis Puenzo en 1984- y una especie de revancha para Campanella quien estuvo muy cerca de lograrlo en 2001 gracias a la recordada El Hijo de la Novia.
Corrían fines de los años ’90 y Benjamín Espósito es un secretario de un Juzgado de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires. El está por retirarse y decide escribir una novela basada en un caso policial que lo conmovió treinta años antes, del cual fue testigo y protagonista. Su obsesión con el brutal asesinato de una joven y bella mujer, ocurrido en los violentos años ‘70, lo lleva a revivir aquellas épocas, trayendo al presente la violencia del crimen, pero además de una profunda historia de amor imposible con su colega, Irene (Soledad Villamil), una bella mujer a la que ha deseado sin ella saberlo.
La historia se desarrolla –en parte- en la convulsionada Argentina gobernada por Estela Martínez de Perón, donde la subversión amenazaba y los demonios de la dictadura ya sobrevolaban el turbio aire nacional y que casi de forma estigmática aun tiene heridas sin cerrar. En el centro del relato se encuentra el personaje de Benjaim Esposito –en la piel del genial Ricardo Darin- un idealista que sigue fielmente sus principios, un hombre que vive en silencio una historia de amor frustrada y que se encuentra frente a la existencial encrucijada de seguir viviendo de recuerdos casi karmaticos o recuperar el tiempo perdido mirando hacia delante.
El Secreto de sus Ojos se escalona como un denso policial noir que mezcla varios géneros y toma a lo largo de su desarrollo tintes románticos, costumbristas, políticos, dramáticos y hasta humorísticos, con el sello de un virtuoso de la narración audiovisual como es Juan José Campanella. La película presenta matices que todos los argentinos tenemos presentes y que se nos hacen hecho carne a lo largo de nuestra historia transcurrida y sufrida. La viveza criolla esta en cada esquina buscando sacar ventaja del mas débil. La impunidad es un beneficio del que gozan asesinos, torturados y corruptos. La burocracia del sistema judicial es cómplice también de un aparato que solo genera anarquía e inestabilidad. El fútbol como pasión omnipresente popular de los argentinos es vida, tradición y salud.
El film juega con dos tiempos y dos realidades, la de la vida y la ficción: en el pasado una investigación, una violación y un asesinato convertidos en novela en el presente, casi como un ejercicio de exorcismo de sus propios fantasmas, esos que aun en el presente indagan en esa intrincada tarama judicial que enmascara oscuridad, dudas, venganza, miedo y poder. Esta fragmentación temporal recurre a elaborados flashbacks hechos de secuencias narrativas que se filtran en recuerdos o hipótesis de lo sucedido. El pasado invade al presente, lo modifica, lo reinstituye, lo indaga, nos hace desconfiar de lo que vemos, de lo que se nos cuenta. Allí el film se juega su carta fundamental. Lo verosímil se desarticula de forma abrupta y nos envuelve, nos siembra pistas, nos induce claves.
Un mecanismo de relojería perfecto que condensa toda la riqueza cinematográfica que transita el film fluyendo de forma extraordinaria, desde una postura clasista en el relato, pero también con esa mixtura de géneros, herramientas y recursos estilísticos propios de quien conoce bien su lenguaje autoral. Los personajes que visten a la historia poseen relieve, son inestables, conflictivos, impredecibles. Ese magnetismo y pasión inunda a una historia que seduce de por si, cuyo relato posee un tono violento, crudo y muy bien tratado por ser un tema de extrema delicadeza a la sensibilidad afectiva de la fibra mas intima del ser nacional.
No quedan dudas que lo selectivo de la memoria es un terreno azaroso y resbaladizo, pero hay instantes marcados a fuego donde la retina es la mejor fotografía y no olvida un instante. Y el misterio a resolver cuyo punto de partida es saber que esconde esa mirada, donde una foto antigua revela una verdad que había estado oculta, en ciernes. Hay veces en que la ley no puede no sabe o no quiere hacer justicia. Victimas y victimarios también es una analogía la historia argentina. Una historia sinuosa, contradictoria y con sensaciones encontradas. Así se establece un valido paralelo a este apasionante relato, que definirlo meramente como un thriller judicial lo enmarcaría en un contexto, pero no alcanzaría a dimensionar su potencial fílmico. Digamos, sencillamente y sin miedo a exagerar, que nos encontramos frente a la mejor película argentina hecha en muchos años.
Título: El secreto de sus ojos
Dirección: Juan José Campanella
País: Argentina
Reparto: Ricardo Darín, Guillermo Francella, José Luis Gioia, Javier Godino, Pablo Rago, Soledad Villamil
Fotografía: Félix Monti
Guión: Eduardo Sacheri, Juan José Campanella
Música: Emilio Kauderer, Federico Jusid
Duración: 127 min.
1 comentario:
Como casi todo descubrí tu blog accidentalmente. Cosas en común; amor al cine, tener un blog para plasmarlo. En Venusyjanobriga tienes un colega. Enhorabuena por el blog, ya hablaremos de las listas de pelis
Publicar un comentario