LA AMBIGÜEDAD DEL MAL
Blanca Paz García
Cínica, crítica y cómica, estos son los tres adjetivos que se ajustan con mayor precisión a El día de la bestia, primer éxito comercial del director vasco Álex de la Iglesia, quien declaró sobre la misma haber sido la película que más alegrías le ha proporcionado.
Si Acción mutante (1993) se sustenta en la represión y la marginalidad, El día de la bestia gira en torno a la idea del fracaso social en gran parte propiciado por la mentira mediática en la que se vivía a mediados de los noventa y en la que aún seguimos inmersos. La puesta en escena plasma también está idea de consumismo loco plagando la diabólica noche madrileña de luces de neón procedentes de anuncios publicitarios: llega a su máxima expresión cuando los tres protagonistas intentan escapar del apartamento a través del conocido anuncio de Schweppes situado en Gran Vía. Los medios de comunicación transmiten unos valores que ciegan a la población de tal manera que no reconoce el Mal aunque lo tengan delante de los ojos ya que, por culpa de los estereotipos, lo verá donde no esté.
El protagonista es Ángel, un catedrático de la Universidad de Deusto, que está convencido de que el Anticristo nacerá en Madrid a las doce de la noche del 25 de diciembre de ese año. Ángel quiere eliminarlo, pero ignora el lugar del alumbramiento. El protagonista pertenece a la sociedad hegemónica y, al ser clérigo católico, mediante él, se representa a esa parte de la misma.
Cuando llega a Madrid su creencia de que es la ciudad elegida para el nacimiento del Anticristo, se refuerza mediante imágenes callejeras apocalípticas: las ambulancias, las sirenas, el humo, los vagabundos, la violencia... esta combinación de imágenes transmiten las sensación al espectador de caos y destrucción. A ello contribuye también la puesta en escena nocturna que domina durante todo el filme.
La sociedad hegemónica mantiene su poder a través de la figura del “otro”. Para lograrlo el director lo hace a través del uso del estereotipo de manera negativa para poder reafirmar el “yo". La identificación del gitano en la película a través de su papel estereotipado: familia de tez morena, vestida con harapos... y la clave: tienen un macho cabrío negro. Por ello, al mismo tiempo que Ángel, nosotros también asociamos a la familia con el momento del fin del mundo y al macho cabrío con el diablo. Álex de la Iglesia plantea la duda ¿ está el Mal en determinados seres o en nuestra mirada hacia ellos?
“Satánico y de Carabanchel”, así se declara José Mari orgulloso. Su entrega a este culto se refuerza con su aspecto físico a través de su ropa y de los brazos tatuados con imágenes satánicas. Sin embargo, parece todo apariencia y un modo de vida guiado por las drogas, ya que su ilusión de tipo duro y peligroso se contrapone con su papel de hijo: vive en la pensión de Rosario bajo sus órdenes de madre autoritaria.
Rosario, por el contrario, es la representación del nacionalismo y de la sociedad hegemónica que excluye todo lo que no entra en su percepción de lo correcto. Es racista y estricta. En la escena en la que Rosario está en la cocina descuartizando a un conejo con un machete, sus palabras ponen de manifiesto el odio hacia el “otro”: “ todo son putas, negros, dogradictos, asesinos... qué asco”. Para ella: negro, asesino y drogradicto es lo mismo, no lo diferencia: están fuera de su España fascista, están al margen de su sociedad. El conejo degollado en las manos de Rosario es el símbolo de la figura del otro, del marginal indefenso que tiene que permitir que la sociedad le rompa en pedazos.
La fuerza de Rosario además se realza a través de su papel de madre de familia. Al estar su marido muerto, tiene todo el poder sobre la pensión y sobre todos los que viven en ella. También se muestra la autoridad fascista de Rosario durante el enfrentamiento con el Padre Ángel: saca el rifle de la cómoda de su habitación, y vemos una foto de su marido con el traje de la Guardia Civil: ahora es ella quien toma el mando. La elección de su nombre no es arbitraria ya que es una asociación directa con la Iglesia Católica.
El abuelo ridiculiza a la figura masculina. Se encuentra completamente desnudo por la casa sin mencionar ni una palabra en todo el film. Rosario ha acabado con sus ganas de hablar. Se toma los trippings que le da su nieto como si fueran caramelitos y pasa los días en su propio mundo.
Rosario junto con el abuelo y Mina, la chica que trabaja en la pensión (la única virgen que consigue encontrar Ángel para su contacto con el demonio) nos remiten a una España plagada de falsos mitos que se aisla del exterior.
La violencia se encuentra tanto en el ámbito interno - mediante Rosario - como en las calles de un Madrid navideño demoníaco: ciudad envuelta en el consumo, donde la falsa bondad de las navidades está plagada de delitos de violencia racista. Esta xenofobia que Rosario muestra en el interior de su casa, se corresponde con la del grupo fascista de lema "Limpiamos Madrid” que asesina a inmigrantes sólo por no pertenecer a lo que ellos consideran el bien social. Aunque al principio la mención de este grupo parece anecdótica, a lo largo del relato adquirirá más importancia hasta llegar a ser una de las claves para entenderlo.
La primera vez que vemos al grupo es cuando el profesor Cavan va a la tienda. Vemos a cuatro hombres que no podemos identificar salir corriendo con palos y montarse en su coche Land Rover. Cuando entramos en el interior de la tienda vemos la masacre: sangre por todas partes y dos hombres marroquíes asesinados. En mi opinión, esta escena resume una de las principales intenciones del director: mientras se nos enseña la barbarie ocurrida en la tienda, de fondo escuchamos el villancico Noche de paz y un enorme cártel publicitario que desea “Felices Fiestas”. El sarcasmo y la ironía de la escena se convierte aún en una situación más chocante cuando el profesor Cavan entra en la tienda, compra su botella de champán y deja el dinero en el mostrador sin percatarse de nada de lo ocurrido (cuando casi tiene que esquivar a uno de los muertos). Con ello Álex de la Iglesia nos evidencia el aislamiento en el que vivimos en la sociedad de finales de siglo, en la que somos incapaces de ver las injusticias y las desgracias de los demás.
Por otro lado, Ángel en su búsqueda del diablo fracasa en un principio al caer en los errores de la sociedad: asociarlo con la estética (cuando encuentra a José Mari) o a los engaños producidos por los medios (cuando busca al profesor Cavan, un farsante de la televisión que lleva un programa de gran éxito sobre ciencias ocultas). El profesor Cavan usa lo oculto para adquirir fama y dinero. No obstante, cuando llegan al descubrimiento del lugar del nacimiento del Anticrsito, se invierten los papeles y son Cavan y José Mari quienes tienen que animar a Ángel, quien ha perdido las esperanzas y cree que lo que ha hecho es a causa de la locura. Se produce una paradoja: José Mari, que se consideró desde el principio satánico, es el que, en el último momento, ánima al clérigo a destruir al diablo.
Frente a las Torres Kio, se crea un ambiante demoníaco del portal del Belén. Al llegar dentro de las torres escuchamos el llanto de un bebé que proviene de debajo de unos cartones donde duerme la familia gitana del principio con su macho cabrío. El cineasta hace que nuestra mirada identifique de nuevo a esta familia como el nido del Antricristo basada en una identificación a través de los estereotipos: el gitano, la pobreza, la fealdad, el llanto del bebé y el macho cabrío negro. Cuando Álex de la Iglesia ha conseguido tenernos totalmente engañados pensando que por fin han encontrado al Demonio, todas las ideas preconcebidas se invierten: aparece el verdadero Maligno a sus espaldas golpeando al profesor Cavan. Es el grupo fascista “Limpiamos Madrid” que asesina a tiros a a la familia gitana. Ahora ya han conseguido descubrir al verdadero Mal. Ahora sí podemos identificarles: son blancos, adultos, conducen un Land Rover y parecen pertenecer a la clase alta. Ellos actúan “limpiando” Madrid de lo que consideran que está sucio: los gitanos, inmigrantes y mendigos, es decir, lo que perciben fuera de la idea nacional. Por esta identificación simplista comparten el mismo papel que Rosario, en las calles en vez de en el hogar.
La inversión más importantes se produce cuando uno de los pertenecientes al grupo se transforma en el verdadero diablo: con forma de macho cabrío y cuernos. El protagonista parece entender ahora sus equivocaciones al buscar al diablo en los sectores marginados y diferentes: se encuentra en lo más cercano, en lo cotidiano.
Hay que tener en cuenta la importancia del pasado del cineasta para entender las influencias que le llevaron a realizar El día de la bestia: su infancia en los Jesuítas y su paso por la Universidad de Deusto (de la que su protagonista es catedrático). Él mismo declaró que se basó para la creación de su protagonista en los rasgos de los que fueron sus profesores: hombres sin contacto con el mundo real, aparentemente y, sólo aparentemente, inofensivos.
José Mari remite a la figura de Sancho Panza que no duda en ningún momento del catedrático y le sigue ciegamente por muy descabelladas que sean las ideas de su particular Quijote. La fidelidad de José Mari a los actos de Ángel puede entenderse por varias vías entre la que destaca su consumo de drogas . Sin embargo, en la actitud de Cavan es donde tiene más peso la teoría del catedrático. Desde el primer encuentro con los protagonistas evoluciona de su escepticismo que le lleva a reconocer a José Mari y al clérigo que su libro sobre ciencia oculta es una farsa, a ser un creyente que llega a arruinar su propio programa por esa fe en las palabras de Ángel (tras ver aparecer el macho cabrío en su propio salón después del rito para contactar con el Demonio).
Uno de los episodios más memorables sucede cuando deben encontrar (en plena contrarreloj) a una mujer virgen para obtener su sangre para el conjuro. El protagonista la encuentra en la misma pensión de Rosario. La víctima es Mina, la chica que trabaja en la pensión : joven e inocente que sigue sus principios conservadores (pretende llegar virgen al matrimonio) pero sin llegar a la violencia del carácter de la dueña de la pensión. Del mismo modo que el nombre de Rosario tiene su significación en la película, también lo tiene el de Mina: es una referencia a la novela Drácula de Bram Stoker, cuya protagonista Mina Harker es mordida por Drácula para saborear su sangre. En El día de la bestia en vez de inyectar un colmillo afilado es una aguja lo que inyecta Ángel en su cuello.
Además de unos fantásticos efectos especiales y de la acción constante que se respira durante todo el metraje, Álex elaboró un final con tintes de dos grandes directores españoles a los que siempre admiró: Marco Ferreri y Berlanga. La música que acompaña al cierre de la película (muy distinta a la del resto de la misma) y los personajes perderdores que aceptan sin más remedio la incomprensión de la sociedad recuerda a los finales de Plácido, (1951) o Esa pareja feliz (1953), ambas de Berlanga.
No obstante, el sello propio del director está muy presente: el toque costumbrista y el feísmo que marcan la primera mitad: la actitud de Rosario, la pensión en sí, la persecución con la escopeta, la escena del desayuno... Esa mezcla tan propia del cine de Álex de la Iglesia es la que dota al filme de un humor muy especial. Esto también se aprecia en otras de sus películas como en La comunidad (2000) o Crimen perfecto (2004).
La última escena nos muestra una nueva inversión entre lo marginal y el centro de la sociedad. Ángel y Cavan aparecen como vagabundos en el Retiro. El clérigo que fue el que comenzó convencido parece haber perdido la fe. Sin embargo, Cavan que antes fue un predicador farsante, se ha convertido en un creyente convencido y orgulloso de haber salvado al mundo junto a Ángel. Aquí es donde el cineasta deja un final visual que dice más que las palabras: mientras ambos se alejan por el parque, la cámara se eleva para mostrar a los desgraciados protagonistas caminando bajo la mirada del monumento al Ángel Caído del parque Retiro: la figura del demonio sigue presente y por encima de ellos, pero lo más curioso es que está en el centro de Madrid... no en los márgenes sociales, sino en el corazón de la sociedad de finales del siglo XX.
1 comentario:
Bien visto, el mal está en el centro de las ciudades, pero también dentro de nosotros. ¿Qué será lo que determina que triunfe uno u otro? La educación, el azar, el destino...
Buena crítica. Gracias.
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