Lideró una camada de bad boys de Hollywood surgida mediados de los años ’60: Warren Beaty y Jack Nicholson fueron dos de ellos. Ellos fueron los encargados de abrirle las puertas a una nueva generación, que se sacudía el polvo de la guerra de Vietnam y que recibía con los brazos abiertos a un cine que se renovaba en géneros, temáticas, realizadores y estrellas. De una genialidad única, que combino genuinas destrezas artísticas, inquietudes culturales, pasión por su profesión y una rebeldía innata propias de los tiempos de Woodstock y el flower power.
Nació en Kansas y se formó actoralmente con Lee Strasberg en el Actor’s Studio. Sus comienzos en el cine fueron nada menos que junto a James Dean en Rebelde sin causa (1955) y Gigante (1956). Su carrera sufrió pronunciados altibajos por sus problemas con el alcohol y las drogas, lo que llevo a notorios paréntesis en su filmografía. Con un centenar de títulos que lo tuvieron como interprete, su salto a la fama se produjo en 1969 cuando guionó y dirigió Easy Rider. Los años ’80 fueron su regreso triunfal a los primeros planos: Terciopelo Azul (1986), a las órdenes de David Lynch, nos regaló un protagonista para el recuerdo, mientras que Colors (1988) y Labios ardientes (1990) lo volvieron a mostrar como un director sólido, provocativo y con ideas firmes.
Los años ’90 lo encontraron en la compulsividad e incontinencia interpretativa y por primera vez sucumbiendo a papeles (en su mayoría de villanos) del Hollywood mas comercial, un terreno esquivo para el hasta entonces. Speed (1994) y Waterworld (1995) se confundieron con títulos de corte independiente como The Blackout (1996) o Amor a quemarropa (1993). Los 2000 lo encontraron a las órdenes del mítico George A. Romero en La tierra de los muertos vivientes (2005) y en la más reciente película de la galardonada Isabel Coixet en Elegy (2008).
Cultivó amistades tan disímiles como las de Vincent Price y John Wayne. Se peleo con los popes de la industria, su vida fue un autentico carrusel: el hombre que abandonó rodajes, que desconocía la diplomacia y que incendió más de un camarín tuvo el privilegio de dirigir a grandes actores (Peter Fonda, Sean Penn, Don Johnson) asi como de estar a las órdenes de históricos directores. Su filmografía tan despareja como icónica, atesora títulos de serie B que se entremezclan con films de culto como La Ley de la Calle (1984), Hoosiers (1986) o El Amigo Americano (1977) y grandes clásicos como Apocalypse Now! (1979).
1 comentario:
Excelente artículo de un actor cuyo legado podrá seguir siendo disfrutado por las generaciones venideras. Afortundamente alcanzó a ser reconocido en vida.
Saludos ;)
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