Lo de Heroes ha sido una auténtica lástima. La logradísima primera temporada, que cautivó a crítica y audiencia desde los primeros capítulos (con esa memorable confluencia en Central Park de todos los personajes), hacía presagiar el nacimiento de una serie que marcaría época. Pero el listón tan alto puso las expectativas a la orden del día, a la par que la competencia por el trono de la ficción catódica se hacía cada vez más encarnizada, con productos del mismo perfil (que podríamos describir como “serial de acción, intriga y misterio”) que llevaban más tiempo pisando fuerte, como eran la malograda Prison Break, inesperado exitazo de la Fox (y el primero y único en el género), que se empeñó en alargarla hasta que no dio más de sí, o Perdidos, en manos del visionario J.J. Abrams, que ha sabido explotar como nadie las posibilidades de Internet y el marketing viral para alimentar las expectaciones de los fans temporada tras temporada.
Como si no fuera poca la cosa, todo se empezó a torcer desde el principio en la 2º temporada, la más decisiva para la consolidación de una serie, la que debe marcar la diferencia entre un fenómeno efímero y una producción que marque época. La dispersión de los personajes, que tanto había costado juntar, la aparición de nuevos héroes que no terminaron de encajar y un bajón sustancial en el ritmo (necesario para volver a ir in crescendo, pero muy delicado), crearon una sensación general de decepción en los fans, hasta tal punto que el creador de la serie, Tim Kring, compareció públicamente pidiéndoles disculpas, y prometiendo que la cosa mejoraría.
Nada más lejos de la realidad. Llegó la huelga de guionistas, en el peor momento posible, e provocó graves estragos en el desarrollo del conjunto y en la fidelidad de la audiencia. Cortaron por lo sano y dejaron de nuevo todo abierto para una 3º temporada, que, pese a estar dividida, estratégicamente, en dos volúmenes temáticos sucesivos (“Villains” y “Fugitives”), e incluir un buen puñado de nuevos personajes, nuevas habilidades y nuevas tramas, todo consistió en ir rizando el rizo, improvisar sobre la marcha sin que la serie evolucionase lo más mínimo. La chapuza que sirvió como broche al mediocre Volumen 4, consistente en “unir físicamente” a Nathan Petrelli y al incansable Sylar (que seguía acumulando poderes y más poderes, y cambiaba de bando como de calzoncillos), fue el colmo de los colmos para muchos espectadores, que dijeron basta.
El 5º volumen se presentaba prometedor: introdujeron todo un nuevo microcosmos con el carnaval ambulante y sus criaturas extraordinarias, para cuyo liderazgo se escogió concienzudamente, como maniobra desesperada de rescate, al carismático Robert Knepper (el temible T-Bag de Prison Break). Los momentos de Noah y Claire sufren importantes cambios, con la entrada de la animadora en la universidad y su integración en esa comunidad tan sectaria, supervisada en todo momento por su protector padre, ya divorciado, y que sigue por su cuenta la lucha contra los elementos malignos, a falta de una compañía que ya no existe y un gobierno que ya no actúa. Peter vuelve a su labor de paramédico, Hiro y Ando en busca de nuevas aventuras (siempre ejerciendo el bien), Parkman retirado de la vida heroica, etc.
El gran problema, evidente e irreversible, es que la serie se había alejado tanto de su argumento original, así como de su tono y estilo, que ya no se sabía de dónde venía ni mucho menos hacia dónde iba. Así, los guiones empezaron siendo mediocres y de ahí no hicieron otra que empeorar. Los “buenos” luchando, cada uno a su modo, contra un mal que ya está totalmente desdibujado e indefinido; las motivaciones de los personajes cambian radicalmente como el clima; un Sylar más pesado que nunca, que no desaparece ni a la de tres y que incluso se le da por volverse bueno; los momentos pretendidamente emotivos que resultan insulsos, melosos y hasta nauseabundos, y todo un mejunje de despropósitos que iban cavando la tumba de la serie cada vez más profunda. Sólo un cariño especial por alguno de los personajes podía mantener a unos espectadores que se sentían cada vez más decepcionados.
Y aunque en el último episodio se dio pie a un 6º volumen (“Brave New World”), con Claire revelando a las cámaras de TV, al mundo entero, su naturaleza diferente, la NBC no ha tenido otra que destruir el barco que navegaba en círculos, hacia ninguna parte, por mucho que hayan buscado la más remota posibilidad de enderezarlo (la cancelación ha sido anunciada esta semana, cuando el último capítulo se emitió a principios de febrero).
¿Mala suerte o mala gestión? Es un pregunta muy complicada que surge al analizar la trayectoria descendente de esta serie que tanto prometía en sus inicios. La crisis derivada de la huelga de guionistas llegó en el peor momento posible, y aunque pudieron sobrevivir durante dos temporadas más, la nave ya había perdido el rumbo para siempre. Lo dicho, una pena.
El caso de FlashForward (cuyos dos últimos capítulos se estrenarán este mes), es bastante diferente. Surgió como la apuesta de la ABC para recoger el legado de Perdidos, con la intención de acabar la primera temporada justo antes de la llegada de la última y esperada entrega de aquella. De hecho, esta serie, creada por David S. Goyer (guionista de los Batman de Nolan) y Brannon Braga (productor y guionista de 24), toma como elemento principal la anacronía que le da título, uno de los recursos más recurrentes de Perdidos a partir de su 4º temporada.
Pero los planes de la ABC se fueron al traste por su propio peso. Una producción desacertada ha condenado a FlashForward a tener que convivir espacial y temporalmente (nunca mejor dicho) con la serie a la que aspiraba a sustituir. Precisamente, el gran lastre de ser comparada con las aventuras de isla de Abrams, Lindelof y Cuse, ha sido un terrible compañero de viaje, y la ha abocado al fracaso. Si es que las comparaciones son odiosas, y más cuando vienen de los padres.
Si a eso le unimos el gusto de sus creadores por las revelaciones rápidas y alejadas de la contención, que dejan poco respiro a la intriga y al misterio, agotándolos muy rápido, justo al contrario de como lo han hecho los guionistas de Perdidos, al menos en sus tres primeras temporadas, y que, remitiéndose a los hechos, les ha funcionado de maravilla. Luego, el remedio ha sido peor que la enfermedad, puesto que el parón de la producción a la altura del 10º capítulo, separado del siguiente por un lapso de 3 meses, con la intención de darle un respiro a la serie, enderezarla y recuperar la audiencia, no ha tenido sino el efecto justamente contrario, además de la circunstancia, ya mencionada, de coincidir con la 6º temporada de la isla, a la que finalmente no le hará ni sombra.
Esos ingredientes resultaron ser obstáculos demasiado importantes para que la ficción siguiese adelante. Se agradece al menos que hayan decidido finiquitarla con dignidad. Habrá que estar atentos entonces a los dos últimos capítulos, darles una última oportunidad, a ver si queda para la posteridad como una serie efímera, pero con buen sabor de boca.
2 comentarios:
Desde el término de la primera temporada que "Heroes" venía en picada. Si bien la cuarta temporada fue mejor que la segunda y la tercera (lo cual no es mucho decir) de todas maneras fue un desastre a mi parecer. Una lástima que no pudo ser aprovechado el potencial de la serie. En cuanto a "Flashfoward" nunca alcanzó a llamarme la atención, menos aún cuando comencé a escuchar una serie de comentarios negativos con respecto a la serie.
Saludos.
Siento no coincidir contigo, pero la 4º de Héroes me parece bochornosa, incluso peor que la 3º.
A la 2º se le atacó mucho desde el principio, pero creo que si no se hubiese topado con la huelga de guionistas, habría tenido una gran continuación.
Los de FlashForward no supieron llevar un arranque espectacular. De todos modos, dura sólo una temporada, y tiene algunos momentos y detalles que valen la pena, así que te la recomiendo.
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