Julio C. Piñeiro
Pero me da a mí que el señor Von Trier ha sacado tajada de la delicada situación de la que ha salido (o en la que posiblemente aún esté), incluso se podría hablar de una cierta de forma de victimismo, con la finalidad de restregarnos por la cara toda esta masturbación llena de sus obsesiones más macabras, e intentar, no sólo que nos parezca una obra maestra, sino que nos sintamos culpables en caso de que se nos ocurra dudar de que así se trata.
Tras un pomposo pero magnético prólogo, el cineasta empieza a tejer en el 1º acto esa atmósfera pretendidamente ahogante, marca de su estilo. Así pretende sacar el lado más decadente y destructivo de las relaciones de pareja, a la hora de afrontar la culpabilidad por la pérdida de un hijo. Y claro, nada mejor que un psicólogo y su sumisa mujer para darle vida al relato.
Pero entonces nos llega el 2º acto, dentro de una estructura capitular marcada, al que da paso un plano tan desconcertante como bochornoso (incluso divertido por lo inexplicable de su engendro y su presencia) en el que un misterioso zorro le suelta al protagonista las palabras mágicas: “El caos reina”. Aquí ya se acabó, ya se fastidió el invento.
A partir de entonces la película se sumerge en una trayectoria en picado y sin retorno hacia la desvergüenza. Esa atmósfera ahogante se vuelve excesiva, artificiosa, e incluso patética; la escatología y el morbo más soez, perturbado y gratuito alcanza su cumbre (con sendos 'recaditos' para ambos sexos) y, por si fuera poco, está la detestable pretensión de revestir esos engendros de planos con misticismo y colárnoslos como intelectualmente profundos y complejos.
Toda una falta de entereza en cuanto a la distancia a la hora de mostrar los hechos peliagudos, y en definitiva, un total carencia de honestidad hacia el espectador. La última guinda llega en los créditos, dejando perplejo (y puede que indignado) hasta al más escéptico cuando le dedica esta 'joyita' al maestro Andrei Tarkovsky... para enmarcar.
En resumen, la genialidad, la sensibilidad especial hacia el mundo y sus detalles, e incluso la admiración por el exceso, deben ir siempre acompañadas de la necesaria dosis de coherencia, entereza y honestidad con uno mismo, con el propio cine y con el espectador. En otras palabras, de cordura, no el estado opuesto a la locura, sino la integridad como persona y como cineasta.
5 comentarios:
"Aquí ya se acabó, ya se fastidió el invento". Jajaja Me he desternillado con ese comentario tan 'Julio'.
Espero que los lectores recojan el guante y te manifiesten sus opiniones
Jajajajajajjaja!Brutal!!
Que surealista tio!Un zorro zombie que dice con voz de ultratumba: "the chaos reigns". Serie B total.xddddd
Y lo pintan de peliculón.
Buen comentario!
Pues tengo que hacer de abogado del diablo.... a mi me gustó, y es que Von Trier es un director que nunca se debe tomar demasiado en serio xD
Además dijo en una entrevista que lo que trataba de conseguir con la película era hacer sentir mal al espectador, y a buena fe que lo hizo (al menos en unas cuantas escenas)
Chaos reign!!!!!
No es posible no tomar en serio a un tío que dice públicamente ser el mejor director vivo y que dedica sus películas a Tarkovski.
Y de hacer sentir mal el espectador a tomarle el pelo y reírse de su inteligencia, hay una gran trecho.
Lo curioso del caso es que habrá quien diga que si no te gustó la película es que no la has entendido.
Estoy totalmente de acuerdo con la crítica.
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