jueves, 11 de marzo de 2010

VIRIDIANA (1961) de Luis Buñuel


LA ESENCIA ATEO-CRISTIANA DE LUIS BUÑUEL

Blanca Paz García

"Viridiana es la película que continúa más estrechamente mi trayectoria de cineasta desde que rodé La edad de oro. De toda mi obra, estas dos películas son las que he dirigido con mayor libertad". Estas palabras de Luis Buñuel ponen de manifiesto que Viridiana es una obra de y por la libertad. Precisamente, estalló en la España franquista, convirtiéndose en un gran escándalo. Con esta obra, el aragonés devuelve al país el esplendor que la dictadura había silenciado o exiliado. Pudo hacer uso de la libertad que tanto apreciaba para hacer lo que más le motivaba: penetrar en el subconsciente colectivo de la tradición española y liberar las profundidades oscuras del pensamiento de los prejuicios tanto sociales como individuales.
Buena parte de la fuerza de Viridiana reside en su guión. Esto es una constante en las obras de Buñuel, ya que hay que recordar que empezó en el terreno de la escritura y él mismo reconocía la importancia del guión, del que, según él, "la película sale ya casi acabada". En este film, este trabajo de pluma se ve en la profundidad que tienen sus personajes, dotados de tintes surrealistas, y en los ambientes en los que transcurre la trama, que hablan por sí solos: un ejemplo de ello es la vivienda de don Jaime, alejada del bullicio, como si fuera su propia fortificación en la que vive sus fantasías sexuales recordando a su difunta mujer, que murió la noche de bodas.

La impresión que se siente al entrar en la casa parece la de un sueño fantasioso (típico del surrealismo). Por lo tanto, en las páginas que forman el guión de Viridiana, Buñuel intenta plasmar una visión del ser y de las situaciones en las que vive, haciéndolo con su estilo más personal a través de la contradicción y el deseo que representan las dos claves para entender su obra.
El argumento de la película es lógico, ya que los hechos conducen a una consecuencia. Sin embargo, está presente el surrealismo en el significado de la película y en el humor. La trama se construye a partir del principio de la unidad de los opuestos y, al mismo tiempo, enlaza a todos los personajes a través de un hilo conductor representado por la comba (elemento de gran simbolismo) que le regala don Jaime a Rita y con la que se suicida colgándose de un árbol; posteriormente, volverá a aparecer en varias secuencias de la segunda parte, protagonizada por los mendigos.
La primera y la segunda parte están muy bien diferenciadas. A nivel de la acción las dos partes se unen en el intento de violación que sufre Viridiana (en la primera parte por don Jaime y en la segunda por uno de los vagabundos). La atmósfera en ambas va creciendo en esa tensión sexual hasta el inevitable suceso, en ambos casos frustrados.
Estos dos intentos de violación, por tanto, son los puntos principales del filme. Con ellos, nos remite a la idea de la fuerza del deseo erótico de La edad de oro (1930). En el primer caso, don Jaime en la privacidad de su hogar pretende poseer a Viridiana tras haberla drogado (sabiendo de la imposibilidad de lograrlo estando ella consciente), hay una identificación que salta a la vista con la película Vértigo de Alfred Hitchcock (ambas películas rodadas en fechas muy próximas: Vértigo, en 1958, y Viridiana, en 1961). Inevitablemente, don Jaime nos remite a Scottie, el protagonista del filme de Hitchcock, que quiere poseer a una muerta.
Esta identificación con la película del director británico llega a su conexión más fiel en el momento en el que don Jaime le pide a Viridiana que se pruebe el vestido de novia que usó su mujer la misma noche en que murió. En Vértigo se produce la misma situación: el protagonista (James Stewart) le ruega a Judy (Kim Novak) que vista el mismo traje y que lleve el pelo de la misma manera que lo hacía su difunta amada (sin darse cuenta, hasta que ella tiene un despiste, de que es la misma mujer). En ambas películas el erotismo tiene mucho de misticismo y, de esa manera, Buñuel logra en Viridiana fundir el realismo con la línea teológica de sus filmes.
Esta mezcla de erotismo y misticismo va a predominar en la película, especialmente en la primera parte con la presencia de don Jaime. De hecho, es palpable desde los primeros fotogramas: empieza con la música del Aleluya de Händel y, al mismo tiempo, nos lleva a la belleza del rostro de Viridiana: un rostro virginal, inocente y puro que tendrá que afrontar un destino trágico.
Toda la simbología de este erotismo proviene de los recuerdos y de la imaginación del cineasta durante su infancia. El travestismo fetichista de los momentos previos a la posesión por parte de don Jaime a su sobrina (el momento en el que se calza el zapato de su mujer, se prueba el corsé mientras se mira al espejo) y el mismo fetiche del traje de la novia fallecida es parte de esta memoria de la infancia del director. El niño curioso y travieso que fue Buñuel tiene su representación en la película en el personaje de Rita: a través de la mirada inocente de la niña que observa todo, nos muestra el primer intento de violación. También nos muestra las virtudes de la infancia en las que el atrevimiento y la curiosidad todavía no están atados por los prejuicios sociales.
La muerte también es otro de los temas del filme ligado al deseo erótico: como consecuencia inevitable de la relación entre la realidad y la fuerza del deseo inalcanzable (recordemos que Vértigo también acaba con una muerte, aunque se produzca de un modo distinto al que se produce en Viridiana). Don Jaime, aunque tiene la oportunidad de realizar su sueño de poseer a su sobrina (contra su voluntad) la satisfacción del mismo le acerca más a la imposibilidad absoluta, ya que lo que genera en ella es un odio y un desprecio hacia él. La muerte se plantea, por tanto, como telón de fondo, durante toda la primer parte. Don Jaime se da cuenta de ello y sin ninguna esperanza de posible felicidad se entrega a la muerte.
La segunda parte empieza con la irrupción de los mendigos en pantalla que contrasta con el ambiente de la vivienda de don Jaime. Sus rostros muestran la miseria en la que viven, pasan de ser rostros a ser caricaturas. En la representación del grupo de mendigos es donde de manera más clara vemos la influencia de Goya en la estética de Buñuel (el aragonés reconoció que el pintor junto con Galdós fueron sus dos principales influencias). La etapa de Las pinturas negras son un claro referente de la estética plástica del filme, de hecho, los rostros de Poca y Ezequiel comiendo natillas se corresponden con los de Dos viejos comiendo sopa de Goya.
Esta tensión entre el contraste de los dos mundos representados en Viridiana y entre lo material y lo espiritual tiene su clímax en una de las secuencias de las más originales de la filmografía de Buñuel. Mediante un montaje único en su cine, se sucede una serie de imágenes yuxtapuestas de los obreros trabajando y de Viridiana rezando El Ángelus con los mendigos. Esta escena es el preámbulo de la secuencia clave de la obra que, con una duración de 15 minutos, resume las intenciones del aragonés respecto a Viridiana. En ella representa los instintos humanos más carnales a través de los mendigos que se unen en una cena desenfrenada cargada de sexualidad. Buñuel no deja pasar la oportunidad para representar una parodia de La última cena con la música del Aleluya: el cineasta muestra la mezcla de lo divino, con lo diabólico.
El final de Viridiana es estremecedor. Cuando recupera la consciencia de todo lo que ha ocurrido, después del intento de violación por parte de uno de los mendigos, parece darse cuenta de que todos sus principios han sido pisoteados y se sume en un silencio absoluto. En la última parte de la película, finalmente, se entrega a don Jorge (el hijo que no quiso en vida reconocer don Jaime) que representa la idea del progreso tecnológico (por la que Buñuel también sentía desprecio). Cuando se entrega a él parece que de nuevo, del mismo modo que se entregó a su tío, está drogada, que no es ella misma: en este caso no es una sustancia la que la ha llevado a este estado, sino las decepciones que le ha propiciado su destino. La frase de don Jorge: "No me lo vas a creer, pero la primera vez que la vi me dije, "Mi prima acabará jugando a tute conmigo"" estremece al público pero, al mismo tiempo, Buñuel la trata con humor (un humor muy crudo) al poner de fondo una música rock (mostrando la diferencia entre la música de don Jorge progresista, y la de su padre, conservador).
No obstante, no acaba todavía aquí el filme ya que su final es abierto: el cineasta nos plantea un interrogante de los distintos posibles caminos religiosos. Buñuel en Viridiana vuelve al tema que más le obsesiona: la religión. Esta obsesión es, de todas las contradicciones de su cine, la más personal y uno de los pilares de su obra. A pesar de que se declaró ateo, la famosa apostilla que añadió a su declaración "Ateo, gracias a Dios" hace que se hable de un Buñuel ateo-cristiano ya que su pensamiento central es la religión por la cual estuvo fascinado desde niño. Ya sea por su perfil ateo o cristiano, lo que el aragonés presenta en toda su obra es una visión tanto del ser dominado por los instintos o, en su contraposición, del ser haciendo uso de su conciencia.
El lenguaje cinematográfico del director es identificable por su economía y la precisión del uso de los recursos. No necesitan sus películas espectaculares movimientos de cámara ni complicados efectos rebuscados. La prioridad de Buñuel es el plano de la realidad más inmediata para luego dotarlo de un símbolo o una imagen que nos adentre en el surrealismo, en el subconsciente, en las profundidades de su pensamiento y el nuestro.
No cabe duda que tanto Viridiana, al igual que toda su obra, es absolutamente fiel a la ética personal del director. No obstante, a pesar de respetar sus propios principios, siempre intentó llegar al máximo público posible: ya fuera desconcertando, provocando o sorprendiendo, siempre pretendió captar y mantener la atención de los espectadores con cada uno de sus filmes, en una obra que mantiene un gran sentido de unidad y de plenitud en la actualidad.

Blanca Paz García (Salamanca, 1987) es estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Ponificia de Salamanca. Colabora mensualmente con Tribuna Universitaria y ha colaborado en Magazine, suplemento dominical del diario El Mundo.

FICHA TÉCNICA.

Producción: Producciones Alatriste Uninci, Films 59
Productores: Gustavo Alatriste, Pere Portabella.
Productor Ejecutivo: Ricardo Muñoz Suay.
Guión: Luis Buñuel y Julio Alejandro.
Argumento: Luis Buñuel.
Fotografía: José F Aguayo.
Decorados: Francisco Canet.
Música: Fragmentos del Mesías de Haendel, del Réquiem de Mozart y de la Novena sinfonía de Beethoven, según selección de Gustavo Pittaluga.
Montaje: Pedro del Rey.
Ayudantes de Dirección: Juan Luis Buñuel y José Puyol.
Jefe de Producción: Gustavo Quintana.
Duración: 90 minutos.

FICHA ARTISTICA.

Silvia Pinal (Viridiana), Francisco Rabal (Jorge), Fernando Rey (Don Jaime), Margarita Lozano (Ramona), Victoria Zinny (Lucia), Teresa Rabal (Rita), José Calvo (Don Amalio), Luis Heredia (El Poca), Joaquín Roa (Don Zequiel), José Manuel Martin ("El Cojo''), Juan García Tienda (José "El Leproso"), Lola Gaos (Enedina), Sergio Mendizábal ("El Pelón"), Maria Isbert, Joaquín Mayol, Palmira Guerra, Milagros Tomás y Alicia Jorge Barriga (Mendigos).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sexo, religión y dinero. Buñuel representa el surrealista espíritu humano en cada una de sus películas. Somos un remolino de pensamientos ocultos y de emociones efervescentes. Maravillosa película y magnífica crítica. Resume perfectamente el recuerdo de lo visionado y acelera la añoranza de verla de nuevo. Gracias.

Anónimo dijo...

Muy bien! Me interesa muchisimo! Ojala pongais mas!

Anónimo dijo...

Una película que sólo el maestro Buñuel pudo haber escrito.
No siendo el único que psdecia con dsagrado estos temas, si lo fue en exponerlos de diferente manera.
Me parece que la religión, -no la fe- ciega a los hombres con dogmas absurdos y los encierra en prejucios morales que lo privan de la libertad y, por supuesto, de lo espiritual.
por otra parte, el sistema de Franco, que aquì en México se sigue manteniedo igual, reprimio tanto a España que resulta lógico lo fuerte y lo revolucionario del trabajo del creador.

Estos temas tratados con gran impetu,con coraje; el trabajo actoral, el contexto social y la desolución e incomunicación de la humanidad hacen de "Viridiana" una obra de arte capaz de modificar las más absurdas coniencias y alentar a las brillantes ideas.

Felicidades a la crítica.
saludos desde México.