DIARIO DE UN GALLEGO
EN VENECIA
Eloy Domínguez Serén
DÍA TRES (03-09-10): EL DILUVIO
Hoy he vivido una experiencia realmente interesante. Esta mañana “los 27” asistimos a un debate sobre la violencia en el cine titulado Fear knocks at the doors: Public and private violence, pero tuvo que ser cancelado antes de tiempo debido a un feroz diluvio que nos cogió a todos por sorpresa.
Mientras buscaba cobijo para resguardarme de la lluvia me encontré por casualidad con Irene De Angelis, la protagonista de Amore Buio, de la que ayer dije que no me había gustado su interpretación. El chaparrón cayó durante bastante tiempo, así que Irene y yo pasamos un largo rato hablando sobre Nápoles (la ciudad en la que se ambienta la cinta), sobre la historia que narra la película, sobre las posibles lecturas de esta y, sobre todo, acerca de su interpretación.
Reflexionamos acerca de cómo la violación que sufre su personaje afecta a su relación con sus seres queridos e incluso consigo misma, así como de qué modo había iniciado ese viaje introspectivo que los actores realizan para sumergirse en sus roles.
Por supuesto, no caí en la hipocresía de decirle que me había gustado su interpretación (ni tampoco la película), pero tampoco fui capaz de decirle abiertamente lo contrario. Lo máximo que me atreví a señalar fue que había tenido la sensación de que su personaje tenía una piedra en lugar de corazón y que su afán por cerrarse en si mismo impedía la complicidad del público.
El motivo por el que no me mostré más contundente no fue, sin embargo, por ser cortés o políticamente correcto, sino porque, al hablar con ella, pude llegar a comprender el enorme sacrificio que supone una producción de este tipo. Detrás de cada una de estas obras hay un admirable esfuerzo que no se compensa simplemente apareciendo en unos títulos de crédito. Y, lamentablemente, nosotros, como espectadores, no solemos pensar acerca de esto.
Sin embargo, por otra parte, estamos aquí para valorar resultados, para apreciar o no aquello que podemos ver en la sala. Por lo tanto, aunque uno pueda conocer y comprender las condiciones en las que se ha producido determinada película o rodado determinada escena, a la hora de la verdad lo que perdura es lo que se ve en pantalla, y es precisamente eso lo que debemos considerar en última instancia. De todos modos, agradezco de veras a Irene De Angelis el buen rato que pasamos juntos resguardándonos de la lluvia (de hecho, también ella se pasa un buen rato bajo la lluvia en la película en la escena que podéis ver en la foto de arriba). De hecho, no deja de ser extraño charlar tranquilamente con alguien a quien has visto el día anterior tanto en la pantalla como en la alfombra roja con motivo del estreno de su propia película.
Antes de esto, como decía, habíamos asistido a una mesa redonda en la que participaron, entre otros, los realizadores Antonio Capuano, Denis Villeneuve y Andrea Segre.
Cuando escampó me despedí de Irene y me fui directamente al pase de una de las películas que más ganas tenía de ver en este festival: Guest, del barcelonés José Luis Guerín, que participa en las sección Horizontes. Es una lástima que ninguno de los otros veintiséis estuviese interesado en esta cinta, porque es una producción realmente sugerente.
Guerín demuestra en este proyecto el irrefrenable e incondicional amor que siente por su profesión. O, tal vez, su adicción por este. Con motivo del estreno de La ciudad de Sylvia (2007) en diversos festivales internacionales, el cineasta catalán es invitado a visitar ciudades como Venecia, Toronto, Sao Paulo, Chile, La Habana, Cartagena de Indias, Santiago de Chile, Cali, Macao o Jerusalén. Esta circunstancia le dio la oportunidad de indagar en las condiciones de vida de los habitantes de estas ciudades, a los que retrata con la calidez humana que caracteriza su heterogénea filmografía.
El film cautivó desde su inicio a todos quienes nos habíamos reunido en la Sala Volpi para disfrutar de él, ya que la aventura de Guerín comienza, precisamente, en la ciudad en la que nos encontramos: Venecia. Concretamente, en la edición de 2007 de la Mostra. Rizando el rizo: yo, un invitado a la Mostra de Venecia, estaba viendo en la Mostra de Venecia una película presentada en la Mostra de Venecia en la que otro invitado a la Mostra de Venecia filmaba la Mostra de Venecia. Y para redondear el asunto, el film concluye precisamente en la siguiente edición del festival veneciano.
Una de las grandes virtudes que más aprecio de Guerín es su admirable sensibilidad para dar voz a quien no suele tenerla, revelando a menudo testimonios extraordinariamente honestos, viscerales, apasionados o desesperados. Este tino sólo puede explicarse a través de una búsqueda franca, perseverante y tolerante.
En este sentido, el cineasta afirmaba a la revista Fotogramas: “creo que el diálogo con una persona puede ser el espectáculo más grande del mundo, siempre y cuando tenga un sentido narrativo. He querido captar la naturaleza del cine como arte del retrato de palabras, de pausas y miradas que revelan algo importante”. Retratos que pertenecen en la mayoría de los casos a seres humanos anónimos. Sin embargo, Guerín se topa también en su camino, por ejemplo, con el mismísimo Jonas Mekas en un bar de Nueva York.
Tal vez uno de los aspectos que más me llamó la atención de esta cinta fue la inusual visibilidad pública de la exaltación católica en países como Brasil, Chile o Colombia, llegando incluso a padecer síntomas de fanatismo.
Esta palabra, fanatismo, me recuerda de repente que esta mañana (a las 8.30) vi también Miral, de Julian Schnabel, perteneciente a la sección oficial del programa. De hecho, creo que el lapsus de haber incluso olvidado que la había visto es un buen modo de resumir mi opinión acerca de ella, y eso que tenía muchas ganas de ver lo nuevo del director de La escafandra y la mariposa (Le scaphandre et le papillon, 2007).
Miral es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Rula Jebreal, en la que se analiza el conflicto palestino-israelí a través de las vidas de dos mujeres árabes: Hind Hussein, quien fundó el internado Dar Al-Tifel en 1948 tras la matanza de Deir Yasin; y Miral, una de sus alumnas. Lamentablemente, a pesar de las expectativas y de la excelente fotografía, la película no pasa de ser correcta y discreta. De hecho, hubo algo que me molestó especialmente. Tanto los ciudadanos palestinos como los propios miembros de la OLP hablan entre ellos durante la mayor parte de la película en ¡inglés! Como mínimos es un asunto desconcertante y no ayuda en absoluto a involucrarse en la historia.
Pero, a pesar de todo, la jornada finalizó con un sorprendente buen sabor de boca gracias a la franco-canadiense Incendies / Scorched (con quien habíamos pasado un rato por la mañana en el debate). Este complejo film es un desgarrador drama familiar que confunde a menudo al espectador encaminándolo poco a poco hacia un final tan inesperado como redondo. Todas las dudas, sospechas, incongruencias y confusiones que se van generando a lo largo de su complicada trama se resuelven brillantemente en un punto de giro demoledor. Sin duda, tanto el propio Villeneuve como las actrices Lubna Azabal y Mélissa Desormeaux-Poulin se han ganado a pulso la ovación que les brindó el público de la Sala Darsena.
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